Miguel Angel Jiménez y Roberto Pérez, a los que les sorprendió la muerte el pasado 5 de febrero mientras realizaban su trabajo en la depuradora de Calatayud, eran más que compañeros. Aunque se desconocen todavía los detalles del accidente, los familiares dan por hecho que uno de ellos falleció al ir a salvar la vida del otro. Fueron "amigos hasta la muerte".

Miguel Angel, de 40 años, y Roberto, de 28, se conocían desde hacía bastante tiempo. Habían trabajado ya juntos en una empresa de ladrillos, llamada Acero. Cuando la planta de esta compañía cerró, Roberto animó a Miguel Angel a trabajar con él en la depuradora.

Según explicaban los trabajadores de la empresa Gestión de Aguas de Aragón, "los dos formaban un equipo perfecto, se compenetraban muy bien, y por eso les gustaba trabajar el uno cerca del otro". Compañeros y familiares destacaban la "responsabilidad" y la "precaución" que tenían tanto uno como otro. Por eso nadie comprende qué es lo que pudo suceder aquel fatídico día.

"Si la tarea que iban a realizar hubiese requerido usar mascarilla o arneses, no me cabe la menor duda de que Roberto los habría utilizado", explicaba ayer uno de sus familiares. El caso de Miguel Angel es similar. "Cumplía en su trabajo con una cautela casi inusual", según aseguran sus compañeros. En su taquilla se encontró una libreta donde anotaba las tareas de cada jornada.

Hace cuatro meses, cuando murieron tres hombres en otro colector de Valdorrey (Zaragoza), Miguel Angel tranquilizó a los suyos explicándoles que él siempre tomaba precauciones.

Dos personas muy queridas

Miguel Angel estaba casado y tenía dos hijos, un niño de diez años y una niña de cuatro. Según sus familiares era "una persona excelente, jamás se le veía un mal gesto y siempre tenía una sonrisa para los suyos". Su mujer y sus hijos era lo que más quería. Le gustaba, además, salir en bici y era un entusiasta del fútbol. Formaba parte de la Hermandad Ferroviaria de Jesús con la Cruz a Cuestas, la cuál, ayer le rindió un emotivo homenaje. "Esa es sólo una muestra de lo rápido que Miguel Angel se dejaba querer entre la gente".

Durante el acto, la cofradía hizo entrega a su viuda de la medalla y la trompeta de nazareno que hubiera estrenado Miguel Angel en Semana Santa.

Roberto, a sus 28 años, continuaba estudiando. Se encontraba muy a gusto en su trabajo y conservaba los mismos amigos de la niñez; recientemente había asistido a la boda de alguno de ellos. También él tenía novia. "Entre todos, le habían ayudado a salir adelante, tras quedar huérfano de padre", aseguraba su madre. "La gente solía decirme que había tenido mucha suerte con mis hijos. Esto ha sido un golpe tremendo".[piefoto2.100]

Roberto Pérez.