Un memorial en la intersección del paseo Colón con la avenida América recuerda desde ayer un conflicto de hace 2.100 años entre Zaragoza y Alagón por el uso del agua del Jalón y que resolvieron los ciudadanos de Botorrita.

Un episodio histórico desconocido para la mayoría de los zaragozanos y que, a partir de ahora, quedará plasmado en una obra escultórica realizada gracias a la contribución de particulares interesados en la difusión de este hecho histórico. La idea surgió del profesor del Máster de Arquitectura de la Universidad de Zaragoza, Juan Antonio Ros, que ha logrado la colaboración para poder donar estas obras a los ayuntamientos de Zaragoza y Alagón --Botorrita también tendrá la suya--.

El conflicto del agua del Jalón es el acuerdo escrito más antiguo que se conoce en materia de agua, que quedó plasmado en la llamada Tábula Contrebiensis, un bronce fechado el 15 de mayo del 87 antes de Cristo que recoge el laudo de Botorrita, en el que, según la traducción del catedrático de Historia Antigua, Guillermo Fatás, los jueces prueban que el terreno que había comprado Salduie (la futura Zaragoza) para construir una canalización que le diera acceso al agua del Jalón había sido adquirido con pleno derecho.

Tanto Salduie como Alaun (la futura Alagón) accedieron a respetar el dictamen de Roma y, con él, se evitó una guerra entre las dos ciudades autónomas. Esta contribución "desinteresada y ejemplarizante" del memorial concitó ayer al alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, junto a otros representantes municipales de la capital, de Botorrita y de Alagón. Todo para recordar cómo la autoridad de las leyes logró evitar un conflicto bélico. Y también que el agua sigue siendo, 21 siglos después, un elemento fundamental para el futuro de los territorios.

El memorial de Zaragoza ha sido realizado por Teo Ros, gracias a la aportación de los materiales aportados de forma desinteresada por José Urgel. La obra, inspirada en los elementos que aparecen en la columna de Trajano, se compone de un escudo rectangular con un anillo de hormigón, un núcleo de acero y dos efigies de bronce que representan, por un lado, a Casio, el magistrado que defendió los intereses de Zaragoza, y, por otro, a su padre Seihar.

Tiene 3,50 metros de altura sin contar el pedestal; 2,16 de anchura, y la escultura tiene un espesor de 0,30 metros.