La fuga del preso Benito Ortiz Perea -quien salió para ser asistido en Urgencias y ya nunca regresó- y el apuñalamiento de Ismael López, conocido como el Ojos, ha elevado las críticas por la falta de personal en el centro penitenciario de Zuera. Durante el fin de semana no hay atención sanitaria ofrecida por un médico y es una sola enfermera la que tiene que atender a más de 1.300 presos. De lunes a viernes sí que existen doctores, aunque no durante la noche que vuelve a estar al frente de la atención sanitaria un enfermero.

Una precaria situación que sufre no solo el personal, sino también los propios internos de esta cárcel zaragozana. De hecho, el conocido como el Ojos pudo haber muerto en el interior de la cárcel, si no llega a ser por la enfermera que le atendió y que, sin tenerlo que hacer porque no está entre sus labores, hizo un rápido diagnóstico y pidió a los agentes de la Guardia Civil que realizan las labores de seguridad que hicieran el traslado urgente al hospital universitario Miguel Servet de la capital aragonesa, sin esperar a que una ambulancia medicalizada del 061 fuera a la cárcel y se lo llevara. Y es que 45 minutos es el tiempo que tarda un transporte sanitario en recorrer la distancia que separa dicho hospital del centro penitenciario de Zuera. Cuando llegó al Miguel Servet, según fuentes consultadas, su estado era crítico, si bien la rápida atención evitó un trágico final. En aquella pelea en la que el Ojos resultó gravemente herido en el abdomen otro interno también fue atendido por el enfermero de la cárcel de Zuera.

Fuentes penitenciarias consultadas por este diario resaltan que el problema está en que no se ocupan las cuatro plazas de médicos vacantes en dicha prisión, por lo que las enfermeras y enfermeros acaban asumiendo una serie de labores que no les corresponden. La atención de urgencias las tienen que compaginar con las curas que realizan o con el suministro de la metadona.

Entre semana la responsabilidad de los sanitarios mejora, ya que hay médico por la mañana, si bien, a partir de las 22.00 horas, el problema de los fines de semana se repite. Cuando Ortiz Perea salió hacia el Miguel Servet fue atendido por el médico del centro penitenciario que decidió enviarlo a Urgencias, pero cuando iba a regresar no había ningún facultativo que lo recepcionara. No fue necesario, huyó.