Los empresarios del sector de la movilidad en España no se ponen de acuerdo sobre cuál es el futuro que le espera al diésel en la próxima década. Aunque su posición es de claro retroceso en estos momento, casi la mitad de ellos (el 45,5%) creen que su desaparición no será de forma rápida y contundente y que en el entorno de los años 2025-2030 todavía seguirá siendo una parte importante de la configuración de los motores que muevan los vehículos. El 52,7% de los directivos, sin embargo, auguran que su presencia en el mercado será minoritaria (42,9%) o nula (9,8%).

Esta división de opiniones queda reflejada en el Primer Observatario de la Movilidad Sostenible de España, presentado ayer en Madrid por la Fundación Ibercaja a través de su iniciativa Mobility City y por la consultora Grant Thornton. El informe es el resultado de la encuesta realizada a 400 directivos y líderes empresariales de compañías de automoción, logística, energía, telecomunicaciones e infraestructuras.

A pesar de la resistencia de los sistemas de propulsión tradicionales, los híbridos y los vehículos 100% eléctricos serán los que gocen con una mayor implantación dentro de diez años, según el 70% de los entrevistados. No obstante, los líderes de la movilidad sostenible en España abogan claramente por un periodo de convivencia y transición ordenada con el resto de energías alternativas. «Esto se debe a que los nuevos motores diésel cumplen con las nuevas normativas que están imponiendo las ciudades y que pueden ayudar a la necesaria renovación del parque español, que roza los 13 años de antigüedad», explica Mar García Ramos, socia de Automoción y Movilidad de Grant Thornton.

Sobre el futuro devenir de la gasolina a medio plazo existe un mayor consenso. Dos tercios de los empresarios (el 66,1%) considera que este carburante está bastante o muy implantado en la próxima década, mientras que solo el 32,2% le augura una presencia minoritaria o insignificante.

Ocho de cada diez directivos estiman que la industria tiene asegurada su continuidad a medio y largo plazo. Para ello, pronostican que las principales fábricas del país van a realizar las inversiones necesarias para adaptar su fabricación a las nuevas motorizaciones que el mercado demanda. A pesar de ello, la transición hacia el vehículo eléctrico, con un 60% menos de piezas y componentes que el de combustión atmosférica, hace temer un impacto negativo sobre este industria y el empleo. Así, el 55,5% auguran que la producción nacional del sector se reducirá gravemente frente al 32,1% que estima que eso no ocurrirá.

No está claro tampoco, según el estudio, en cuánto tiempo los vehículos eléctricos alcanzarán de forma generalizada una autonomía de 500 kilómetros. El 48,2% de los directivos estiman que ese logro está cerca de alcanzarse /entre dos y cinco años), pero la otra mitad lo ve como algo lejano y no realizable antes del 2025.

La presentación del informe contó con la presencia de destacados directivos del sector de la movilidad sostenible, que opinaron además en un debate moderado por el vicepresidente de la asociación de fabricantes de coches (Anfac), Mario Armero.H