Las noticias que están llegando esta semana desde el Ministerio de Transición Ecológica han dejado totalmente descolocada a la Asociación de Estaciones de Servicio de Aragón (Aesar). Si el miércoles ya calificó de «poco realista» la propuesta del Gobierno de vetar los coches híbridos y de combustión a partir del 2040, ayer la organización empresarial volvió a manifestar su «enorme sopresa» tras conocer que el Ejecutivo de Sánchez quiere obligar a las estaciones que vendan más de cinco millones de litros de carburante cada año a que instalen cargadores eléctricos.

En concreto, el borrador de la Ley de Cambio Climático establece que las gasolineras que vendan más de diez millones de litros tendrán nueve meses para incorporar esos puntos de recarga y las que comercialicen entre cinco y diez millones de litros contarán con 27 meses.

Según indicaron ayer desde Aesar, en Aragón hay «muy pocas» estaciones que cumplan estos requisitos de ventas (si acaso algunas de autovías o zonas urbanas con mucho tráfico). Con todo, la patronal aragonesa no acaba de entender tanta premura cuando no hay una demanda real por parte de la ciudadanía. «Nosotros tenemos dos gasolineras con puntos de recarga y la demanda es testimonial, por eso no entendemos tantas prisas», indicó el empresario aragonés y vicepresidente de Aesar, Zoilo Ríos.

Además, la patronal no entiende que el Gobierno haya lanzado esta «bomba» sin consultar antes a los sectores afectados. «Si nos convocan les trasladaremos que hay combustibles alternativos además de la electrificación», apuntó la presidenta de Aesar, Pilar Soto. Por otra parte, la patronal avisó de que la adaptación de las estaciones a este modelo conllevaría «fuertes inversiones» que no todos los empresarios podrán asumir. «La instalación de un punto de recarga básico puede costar 6.000 euros, pero si se requiere de un transformador nuevo se superan los 100.000 euros», indicó Ríos, que apuntó que uno de los artículos del borrador abre la puerta a posibles subvenciones para su instalación.

Lo que tienen claro Soto es que «toda esta incertidumbre» va a frenar la apertura de negocios. «A nadie se le va a ocurrir montar ahora una gasolinera».