Mihai Simion, uno de los principales sospechosos en el asesinato de Luis Bernal, conocido como Luisito, en su casa del barrio zaragozano de La Magdalena, eligió Perpiñán (Francia) para fugarse de la Justicia española. Allí vivía con su mujer y dos hijos. Le iba bien y así lo hacía constar, antes de ser detenido el pasado mes de enero, en sus publicaciones de Facebook. Era su red social favorita para relatar su día a día hasta el punto que señaló hasta dónde vivía.

Una actitud que, sin él saberlo, ayudó especialmente al Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón para localizarle. Su nombre y su ficha policial estaban sobre la mesa, después de que Brahim Nasri se desmoronara ante su detención por este crimen. «No me voy a comer este marrón, fueron dos rumanos y una puta», señaló a los agentes, tal y como adelantó este diario. A partir de ahí, los policías españoles indagaron sobre el paradero de este hombre que aparecía en rebeldía en un juicio contra una banda por robar camiones en marcha por las carreteras españolas. La sorpresa la dio el propio sospechoso ante su intensa actividad en las redes sociales.

Con toda la información recabada, la titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Zaragoza, Beatriz Muñoz, emitió una providencia el 14 de noviembre del 2017 para activar una euroorden de busca y captura a la Gendarmería francesa.

A pesar de contar con todo tipo de detalle, en el sumario de la causa al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO se resalta que la Policía del país galo se demoró dos meses hasta que procedió al arresto de Mihai Simion. Uno de los problemas que surgieron fue que las autoridades francesas solicitaron que la orden y la causa de la misma fuera traducida al francés. El 23 de noviembre estaba adaptado el auto al idioma del país vecino y se produjo hasta finales de enero su arresto.