Los espectáculos taurinos son un ingrediente fundamental en la mayoría de los pueblos aragoneses. En la mayoría de ellos no se celebran corridas, sino actividades más abiertas a la participación del público, como encierros en las plazas, suelta de vaquillas por las calles, concursos de recortadores y emboladores o vacas de fuego. Y todo ello porque las pequeñas y medianas localidades tienen mucho apego a unos actos que son la mejor forma para captar visitantes. Sin embargo, en los últimos años los ayuntamientos están reduciendo el gasto por este concepto, empujados por la crisis económica.

«Una jornada de vaquillas viene a salir por 3.000 o 4.000 euros, en función de la duración y el número de animales», explican fuentes del consistorio de Pedrola, en la Ribera Alta del Ebro, que ahora celebra las fiestas de San Roque. Claro que esa cantidad no tiene en cuenta los gastos de todo lo que rodea a la fiesta taurina, solo los del ganado. «Hemos reducido la inversión en vaquillas, pero no más que el de otras partidas de las fiestas», añaden en Pedrola, que como todos los ayuntamientos ha tenido que adaptarse a las circunstancias actuales.

En Sos del Rey Católico, que celebrará sus fiestas patronales a finales de agosto, se ha optado por soltar las vaquillas un día menos, con lo que se consigue cierto ahorro. Esta forma de recortar gastos se utiliza en muchas localidades, pues tiene la ventaja de que el espectáculo se celebra, no desaparece, y se logra contener el presupuesto de las fiestas en malos tiempos.