Según un estudio de Eurocarne, la carne de caballo podría considerarse superior a la de vacuno. La de equino tiene mayor contenido de agua, proteínas, aminoácidos esenciales y glucógeno. Además, tiene un menor contenido en lípidos, con una mayor proporción de ácidos grasos insaturados que saturados y con un colesterol similar o inferior al de la carne bovina. Este tipo de carne podría considerarse como una de tipo de magra, con escaso valor calórico, con bajo nivel de sodio y gran cantidad de hierro. El equino está indicado en dietas mediterráneas y en los actuales regímenes ligeros de alimentación seguidos por la población. Es aconsejable su uso para personas que padezcan diabetes mellitus, obesidad, hipercolesterinemia, hipertrigliceridemia, régimen sin residuos o régimen hiposódico. La carne de caballo también se está utilizando como materia prima en alimentos infantiles para niños con intolerancia a las proteínas de la leche o de la carne bovina. A día de hoy, tiene un público minoritario.