Es ya un hecho que el Gobierno de Rudi ha sacado a Aragón del grupo de las mejores comunidades y nos ha metido de cabeza en el de las peores. Y lo peor es que avanza a un ritmo frenético. La presidenta no ha sabido poner en práctica eso de la contención del déficit y del rigor presupuestario y, parafraseándola, se puede decir que su rigor ya no está en vigor. Ni mucho menos. Hace meses que se le agotó el tiempo y lo malo es que ya no le queda legislatura para enderezar esto. Aragón ha perdido todo tipo de competitividad, no se ha creado empleo (por mucho que el analista Bono crea que todo está cambiando) y de inversiones, mejor no hablar porque si ya de por sí han sido escasas, ahora son nulas. (Eso sí, el consejero Fernández de Alarcón no ha parado de gastar en desinvertir en el plan de carreteras). A este paso volveremos a llegar a fin de año a un déficit del 2-2,5% con lo que los ajustes que se avecinan pueden ser tremendos. Suerte que al año que viene, como tocan elecciones (autonómicas y generales) el ministro Montoro será más generoso y se sacará algún conejillo de la chistera. Pero el balance de Rudi será para olvidar. Con el consejero Saz se gastó más que se ingresó por el plan Impulso y por culpa de la sanidad (dicen ???). ¿Y con el consejero Campoy? Lo de este Gobierno no ha sido precisamente buena gestión, pero es que los gestores han dejado mucho que desear.