La zona más despoblada de Aragón no está en Teruel, sino en el Prepirineo, al norte de la sierra de Guara. Se conoce como la Guarguera, se halla situada entre las comarcas del Alto Gállego y Sobrarbe y vive menos de un habitante por kilómetro cuadrado.

Una carretera autonómica, la A-1604, la atraviesa de este a oeste y recorrer sus 52 kilómetros no supone solo adentrarse en un territorio vacío y desolado. Es también exponerse a sufrir un percance porque hace décadas que el firme y el trazado no se han sometido a una mejora integral y abundan los baches, los blandones y los tramos mal peraltados.

«Los puentes son estrechos, la maleza invade las cunetas y en muchos sitios los pretiles se han caído», advierte Francisco Santolaria, responsable de la asociación Guarguera Viva, que ha convocado una marcha para reivindicar el arreglo de la calzada, de titularidad autonómica.

La manifestación se desarrollará el próximo 22 de octubre y recorrerá los 10 kilómetros que separan el cruce de Gésera del Molino de Escartín, dos aldeas situadas en las inmediaciones de la carretera.

«Ha llegado un momento en que se hace preciso invertir porque esta vía está muy deteriorada», subraya Santolaria, que posee una explotación ganadera en Molino Villobas, otro de los núcleos del valle del Guarga. «Los camiones cargados de grava y los que se dedican a la extracción de madera han pasado durante años y han dejado el firme machacado», añade.

200 HABITANTES

Santolaria explica que los residentes en el valle del Guarga -unas 200 personas repartidas por una treintena de aldeas- no piden que la A-1604 se transforme en una gran carretera como la que une Sabiñánigo con Fiscal, unos kilómetros más al norte. «Lo que pretendemos con nuestra movilización es que se deje la vía en condiciones y se asegure su mantenimiento para que se pueda circular con seguridad, nada más», señala. «La calzada está tan degradada, que hace tiempo que han dejado de venir por aquí los ciclistas», asegura.

El Ayuntamiento de Sabiñánigo y la Diputación Provincial de Huesca (DPH) se encargan del mantenimiento de las numerosas pistas existentes en el valle y, a este respecto, «no hay quejas».

REPOBLACIÓN

Los caminos son fundamentales para asegurar la comunicación entre la A-1604 y las aldeas, dado que casi todas ellas se encuentran más o menos apartadas de la carretera. «La vía no atraviesa apenas ningún pueblo en medio centenar de kilómetros y eso aumenta la sensación de abandono», subraya Santolaria.

Curiosamente, aun siendo un territorio tan despoblado, la Guarguera no vive sus peores tiempos desde el punto de vista demográfico. Alcanzó su punto más bajo en 1975, cuando se marchó el último habitante de la zona.

Pero esa soledad absoluta duró pocos años, pues ya en los 80 del pasado siglo «empezaron a llegar familias y parejas de las ciudades que adquirieron casas y se quedaron a vivir aquí», recuerda el presidente de Guarguera Viva, que tiene 50 años y ha visto el doble proceso de despoblación y repoblación.

En la actualidad, han revivido aldeas que, como Artosilla y Aineto, llegaron a quedarse totalmente vacías. Y ello, subraya Santolaria, pese a que ninguna institución ha dado ayudas de ningún tipo para llevar nuevos residentes a la Guarguera.

Estos suelen ser neorrurales que levantan segundas residencias o adquieren casas en los pueblos que son de dominio público. Entre vecinos fijos y temporales suman en torno a 1.000 habitantes, una cifra no muy alejada de la que había en los tiempos anteriores al éxodo del campo.

«Las familias que se instalan aquí van a su marcha», comenta Santolaria. «Arreglan la casa cuando pueden, cultivan un huerto y tienen animales», señala. En su opinión, «esta tierra tiene futuro, como los pueblos que están en la cara sur de Guara», donde el turismo de aventura ha devuelto a la vida muchos lugares.

No obstante, la vida de estos pobladores recientes no resulta fácil. Muchos de ellos trabajan en Sabiñánigo o Jaca, adonde llevan también a los pequeños para que estudien, lo que les obliga a continuos y largos desplazamientos.

Por eso para ellos es «vital» contar con una carretera en condiciones que les permita comunicarse con seguridad con su entorno y que facilite la llegada de visitantes.