Alrededor de un centenar de personas convocadas por asociaciones ecologistas como VoluntaRíos, Amigos de la Tierra de Aragón y Ansar, se reunieron en la mañana de ayer en el soto de Cantalobos, a las afueras de Zaragoza, para limpiar un tramo de la margen derecha del Ebro. Esta fue su forma de participar en el Día Mundial de la Limpieza.

En poco tiempo, solo una hora, los voluntarios, entre los que había numerosas familias con niños, llenaron 50 bolsas de basura de 50 litros cada una de una mezcla de plásticos degradados y productos higiénicos desechados que encontraron en un tramo de 100 metros.

«Es tanta la basura que hay en esta zona, tan cerca de la ciudad, que en una hora hemos podido llenar medio centenar de bolsas», explicó Mariano Mérida, uno de los organizadores.

«Hemos encontrado carritos de supermercado y los hemos sacado del barro, pero no hemos podido hacer lo mismo con unos contenedores que estaban tan enterrados en el lodo que no podíamos extraerlos», explicó Mérida.

Sin embargo, la basura más abundante eran las toallitas de higiene personal, que aparecían colgadas en centenares de árboles y arbustos, «como si fuera una decoración», según señaló el organizador.

«Estos artículos de higiene los arrastra el río cada vez que hay crecida, pues rebosan de los colectores cuando se producen tormentas», señaló Mérida, que indicó que en, esas ocasiones, la altura del agua sube bruscamente, lo que explica que la basura se quede enganchada en la vegetación de las orillas. Unas zonas se ven más afectadas que otras, según la dinámica del río.

«Allí donde la corriente excava, las orillas se quedan más altas, pero en los sitios donde hay aporte de sedimentos el lecho del río tiende a igualarse con sus márgenes y la porquería invade la ribera», señaló Mérida.

REDUCIR Y RECICLAR

Entre los participantes había un grupo de scouts que trabajaron denodadamente y recogieron algodones y colillas depositados entre la maleza, así como pequeños trozos de plástico.

«Hemos visto de forma clara que los inodoros no pueden utilizarse como basureros a los que se tiran los desperdicios, pues todo acaba en el río», apuntó el miembro de VoluntaRíos.

«Los ciudadanos tienen que saber que, lo primero, es reciclar y que después hay que reducir el consumo, en particular de plásticos, bolsas y envoltorios», continuó Mérida. «A este ritmo, el uso del plástico va a crecer un 30% hasta el 2030, y eso es la ruina para el planeta», añadió.

El ecologista hizo un llamamiento para que los restos de comida no se tiren por la taza del cuarto de baño, al igual que el aceite de cocinar ya utilizado.

«Esta jornada mundial es una llamada a los ciudadanos para que se den cuenta de que sus acciones inciden en el medio natural», comentó Mérida. «Eso explica que, a un paso del puente de Giménez Abad, en Zaragoza, los bosques de ribera se hayan convertido en una especie de vertederos», dijo.