Pasaban las 12.30 horas del pasado sábado y varios empleados del bar Dolche Café, situado en la calle San Jorge de Zaragoza, subían la persiana para poner el establecimiento a punto después de una noche ajetreada. Rápidamente se llevaron una desafortunada sorpresa al ver copas y vasos tirados por el suelo. Habían hecho un butrón desde la zona de garajes del edificio. Rápidamente llamaron al 091 del Cuerpo Nacional de Policía que intenta esclarecer la autoría del mismo.

Como señaló ayer Marimar Artigas, responsable de este negocio hostelero, en un primer momento creyeron que ellos eran el objetivo de los ladrones, si bien, tras hablar con los investigadores, «todo apunta a que una de las dos joyerías que colindan con la cafetería lo iban a ser». «Les fue imposible entrar por ahí porque justo el agujero que hicieron daba a un mueble de madera con sus estanterías y sus copas, solo pudieron tirarlas», apuntó esta mujer, quien reconoció estar sorprendida por lo ocurrido.

IMPUNIDAD

La perplejidad también se instaló en la comunidad de vecinos desde la que hicieron dicho butrón. Así lo reconocieron dos de sus residentes, quienes admitieron que «unos diez días antes» habían observado un agujero de pequeñas dimensiones en la escalera que comunica con los garajes. «Llegué a pensar que era una chapuza que estaban haciendo en alguno de estos locales, pero no pensaba que sería algo así», recalcó uno de ellos.

De hecho, la supuesta obra llegó a ser tapada con un cartón por los ladrones de cara a dar apariencia de normalidad. Lo curioso de este caso es que los escombros no los dejaron sobre el suelo, sino que los escondieron en el cuarto de contadores contiguo.

Para acceder a esta zona del edificio, situado en el número 1 de la plaza San Pedro Nolasco, no forzaron la cerradura de acceso, por lo que la Policía Nacional investiga si pudieron emplear alguna técnica especializada para abrirla o si tienen relación o la han tenido con el alquiler de alguna plaza de garaje, ya que son varios los vecinos que los tienen arrendados. Una circunstancia que una de las vecinas lamentó porque «no se puede tener un control en las personas que entran».

Esta mujer apuntó que el pasado 18 de agosto ya sufrieron un robo en el edificio cuando forzaron la puerta y robaron una bicicleta. «Yo estaba de vacaciones y me enteré cuando volví, sé que se cambió el bombín, pero no la cerradura», apostilló. En otra ocasión anterior también forzaron la puerta de acceso para vehículos del aparcamiento. Ninguno de los vecinos que ayer realizaron corrillos para comentar lo sucedido oyeron ruido alguno mientras picaban. «En esta zona hay muchos bares que generan un ruido muy molesto que, a veces, te impide hasta dormir, por lo que imagino que habrán aprovechado esa circunstancia», resaltó una de las residentes.

Estas personas también comentaron lo arriesgado de realizar el butrón en esa zona ante el peligro de ser descubiertos. Fueron astutos en ese aspecto, aunque no tanto en medir dónde hacerlo, a la vista del gran error para acceder al soñado botín.