"El otro problema que se plantea en Estrasburgo es la dificultad de concentrar la atención de los diputados. Rara es la semana en que no tienen la opción de elegir entre cinco o seis invitaciones de lo más dispares. Desde un paseo en motocicleta organizado por el intergrupo correspondiente a un festival de cine o música. Si a eso añadimos la proliferación de actividades parlamentarias, reuniones de grupo, comisiones, intergrupos, presentaciones artísticas y de gastronomía auspiciadas por los propios diputados, hay pocos atractivos para acudir al debate en el plenario". (página 223)