«No sé qué alcance habrá podido tener. En la universidad, en el grupete que estábamos eran viente personas fácil. Hará dos o tres años. Imagínate ahora», afirma un antiguo usuario de este método para recargar la tarjeta de bus que prolongó su uso durante unos cuantos meses.

Un estudiante se encargaba de piratear el título con un programa informático que trabajaba con los códigos de la tarjeta. Lo hacía por un precio de 20 euros, a cambio de una recarga de 50.

Esta fuente, durante los meses que usó este tipo de recargas viajó en autobús y tranvía, dos transportes que mostraban diferencias a la hora de funcionar: «En los tranvías no se bloqueó ni una vez, mientras que en los autobuses era muy fácil que te lo bloquearan. Me pasó dos veces y ya no la usé ahí», relata. De esta manera, muy distinta, fue su experiencia con el tranvía: «Un día me pidió la tarjeta hackeada el revisor y la validó sin problemas. Pensé que era un chollo».

El asunto acabó cuando la persona que se encargaba de realizar estas recargas receló del éxito y dejó de hacerlo. «En la universidad lo sabía gente, y tanto que lo sabían, y cada vez más. Por eso se asustó», detalla, a la vez que añade: «Un día fuimos 20 personas a la vez pidiéndole recargas».

Un «chanchullo» que focaliza en las tarjetas de bus, donde llegó a ver recargas de 200 euros y «en las que no había datos de nada. Y el método no era nada difícil», apostilla. «Lo bueno de esto es que no solo te pagas tu viaje; hacías barra libre y picabas a todo el mundo», concluye este antiguo usuario, que estima que «fácilmente», pudo haber realizado recargas por un valor total de cerca de 200 euros durante los meses que usó este método.

Un punto de vista similar a otra persona que usó este tipo de recargas. Como en el caso anterior, también las realizaba un estudiante. «Cuando te validaban la tarjeta -en el tranvía- no detectaban nada raro. A veces se bloqueaba en los autobuses nuevos y recomendaban no usarla ahí. Decían que esa tarjeta había sido corrompida y te la bloqueaban de manera permanente». Sobre ese asunto, recalca: «Era lo malo, cuando perdías los viajes».