La Policía de Zaragoza encontró ayer en un trujal de Cariñena el cadáver de un hombre que presentaba signos de haber sido asesinado y cuya desaparición había sido denunciada por sus familiares el pasado mes de diciembre. Aunque en la noche de ayer aún no se había producido la identificación oficial, los investigadores creen que se trata de José Luis J., un representante de joyería de 51 años.

Se da la coincidencia de que el fallecido trabajaba para la misma empresa de joyería que José Luis Madurga, el representante que fue asesinado en Tudela en noviembre del 2001. En aquel caso, el móvil fue el robo y los autores del crimen fueron detenidos y están a la espera de ser juzgados en la Audiencia de Pamplona el próximo mes de febrero.

DESFIGURADO Fuentes policiales informaron de que el rostro de la víctima estaba "irreconocible", pese a que el cuerpo fue hallado en buen estado debido a las bajas temperaturas del trujal.

El pasado martes, la Policía ya vació la balsa de una paridera cercana a la estación ante la sospecha de que pudiera encontrarse allí el cadáver. En la mañana de ayer, los agentes revisaron en la estación algunos de los 46 vagones que se encuentran allí para ser desguazados.

Sin embargo, los investigadores encontraron una pista en las antiguas bodegas de A. Azuara, junto al puente de la Platera, que se encuentran abandonadas desde hace 30 años, al observar que el candado que cerraba las cadenas de la puerta exterior estaba forzado.

Los policías solicitaron la colaboración de los bomberos de la localidad, que desplazaron al lugar un grupo electrógeno para iniciar la búsqueda. Finalmente, el cadáver fue hallado en el fondo del trujal abandonado.

Las citadas fuentes policiales no precisaron cómo se había causado la muerte de la víctima ni el posible móvil del crimen, ya que el fallecido no llevaba una cantidad importante de joyas cuando desapareció .

Al parecer, el vehículo de la víctima había sido encontrado recientemente en Rumanía, donde estaba abandonado. Este hallazgo pudo haber servido a los investigadores como pista para rastrear la zona de Cariñena y en lugares frecuentados por trabajadores inmigrantes.

Esta circunstancia y el hecho de que José Luis J. no hubiera realizado ninguna operación en sus cuentas bancarias desde su desaparición ya habían llevado a sospechar a la Policía que el representante de joyería podía haber sido asesinado.

Al lugar donde se produjo el hallazgo se desplazaron efectivos de la Policía Científica para colaborar en la inspección ocular y rastrear la zona en busca de pruebas. El juez de Daroca ordenó el levantamiento del cadáver, que fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Zaragoza para su autopsia.