Peces que cambian de sexo debido a los productos químicos que se encuentran en el agua. Esto, que podría ser el argumento de una mala película de terror, es una realidad que ya se ha constatado en aguas muy cercanas, las del río Ebro a su paso por Zaragoza. Así concluye un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones Químicas y Ambientales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con sede en Barcelona.

Según esta institución, en las aguas del Ebro nadan inquietantes ejemplares de carpas macho con células femeninas, es decir, con órganos similares a ovarios. En las zonas de mayor contaminación se han hallado incluso ejemplares con una gónada masculina y otra femenina. Las conclusiones de este documento aseguran que la causa de las mutaciones es la exposición de estos ejemplares a vertidos de sustancias que funcionan como disruptores endocrinos, es decir, sustancias químicas capaces de alterar el equilibrio hormonal.

En concreto, y tal y como publicó el pasado jueves El País, el CSIC habla de compuestos estrogénicos --similares a los que se encuentran en las píldoras anticonceptivas femeninas-- presentes en el cauce por vertidos que contienen hormonas como el estradiol o el etinilestradiol y que no son filtrados por las depuradoras. Ambas estimulan los caracteres sexuales femeninos e influyen en el comportamiento sexual de las hembras en general. No es difícil que estas sustancias lleguen al cauce del río. Tal y como alerta el responsable de Medio Ambiente de CCOO, Luis Clarimón, incluso la orina de las mujeres que toman píldoras anticoceptivas llega al agua con estas hormonas.

PLÁSTICO PARA LOS CEDÉS Pero no son los únicos disruptores endocrinos. Por ejemplo, lo es también el bisfenol-A, es una sustancia usada masivamente para fabricar un tipo de plástico, el policarbonato, utilizado para realizar los cedés. La larga lista de las sustancias que pueden alterar el sistema endocrino de los seres vivos incluye también plaguicidas e incluso productos de limpieza.

Una de las principales características de estos compuestos es que ocasionan efectos a niveles extremadamente bajos, en el límite de la capacidad de análisis. "A esto hay que añadir que las carpas tienen cierta facilidad para cambiar de sexo", indica Clarimón, que destaca que la existencia de carpas transexuales en el Ebro es simplemente el indicativo de un problema mayor.