Dos hermanos de mediana edad de la pequeña localidad turolense de Pozondón fueron detenidos ayer por la Guardia Civil como presuntos autores del asesinato de su madre, una octogenaria que los agentes hallaron muerta en el interior de un armario del domicilio de la familia.

La madre, que era ciega y andaba con dificultad, llevaba dos meses sin salir a la calle, lo que provocó la extrañeza de los vecinos. El ayuntamiento, al pasar los días y no obtener una respuesta coherente de los hermanos sobre el paradero de su progenitora, realizó indagaciones junto a los servicios sociales de la Comarca de la Sierra de Albarracín.

Finalmente, ante la falta de una respuesta clara de los hermanos, la desaparición de la anciana fue puesta en conocimiento de la Guardia Civil, que abrió una investigación y, con una orden de entrada y registro, procedió ayer a entrar en la casa de los sospechosos.

«Hace dos meses, al no tener noticias de la madre ni verla por la calle, decidimos averiguar la causa de lo que estaba pasando», manifestó Mario Cáceres, que recientemente, a raíz de las últimas elecciones locales, asumió la alcaldía de Pozondón, un pueblo con medio centenar de vecinos. «Estamos todos conmocionados, es gente normal con la que te encuentras en el bar y tomas un café», agregó el regidor.

DESCONCIERTO

La pesadumbre y la incredulidad, de hecho, reinaban ayer entre los residentes en Pozondón. «Nadie cree aquí que hayan asesinado a su madre, lo que se rumorea es que ocultaron que había muerto para seguir cobrando la pensión, porque no tienen apenas ingresos económicos», manifestó un vecino que habló anónimamente.

Al parecer, los dos detenidos vivían gracias a la pensión materna, pues Pedro, como se llama el hermano, de unos 60 años, solo trabajaba esporádicamente para el ayuntamiento, como alguacil, realizando pequeñas tareas, como la limpieza de las calles y el cuidado de un centro de interpretación existente en el pueblo.

Algunos residentes creen que hace ya un año que la fallecida había dejado de verse por las calles, aunque todo son conjeturas, dado que la mujer, por su avanzada edad y sus problemas de salud, apenas salía de su casa, un modesto edificio de dos plantas.

En cuanto a la hermana, no desarrollaba ninguna actividad retribuida y los vecinos la consideran una persona «tímida y retraída» que «apenas se relaciona con la gente».