—Imparte un taller sobre inteligencias múltiples, es docente y psicóloga educativa. Desde su experiencia, ¿qué importancia tiene en la sociedad actual la educación inclusiva?

—La escuela del siglo XXI no es tanto los contenidos sino descubrir talentos y trabajar la inteligencia en los alumnos. Todos somos inteligentes, pero no todas las personas tenemos el mismo perfil de inteligencia. Lo que queremos aplicar es una nueva ventana a la capacidad del alumno, pero no solo en el aula, sino que la clave está en que sepan resolver problemas de la vida y en que tengan competencias para la autonomía.

—Las aulas inclusivas son un concepto más o menos reciente. ¿La educación estaba anclada en una atención desigual según el alumno?

—Ha supuesto un giro en la educación y en el currículo, porque se abren ventanas a la inteligencia del niño y en su aprendizaje. No todos aprendemos igual, pero es cierto que en la escuela tradicional, no nos engañemos, se ha priorizado la inteligencia verbal y lingüística. Así, triunfaba más el alumno que tenía esta inteligencia y la dominaba frente a otro que fuera igual de inteligente pero que lo expresaba de forma diferente. Estamos en un momento interesante. Los modelos que funcionaban hasta ahora no trabajaban la diversidad, sino que solo buscan llegar al alumno. También en este aspecto es interesante la parte de los alumnos con altas capacidades, ya que en el campo de las inteligencias múltiples interesa mucho la superdotación.

—¿Qué papel tiene el docente en esta educación inclusiva?

—Este nuevo cambio de perspectiva supone una nueva manera de evaluar lo aprendido. No pone el acento tanto en los maestros, que pasan a ser mediadores de aprendizaje. Es decir, el niño es el sujeto que construye su aprendizaje, hay que dejar que logre la autonomía en el aula.

—¿Cómo se logra esa autonomía del alumno?

—Yo soy tutora de 4º de ESO y todos los niños son diversos, así que dedico mis clases a una enseñanza a la diversidad, porque no todos aprenden igual ni tienen las mismas necesidades. Hay que dejar autonomía de grupo, que trabajen juntos, y se debe fomentar que unos compañeros ayuden a otros porque el aprendizaje entre iguales es importante. Ahí se da autonomía grupal y también personal, donde el profesor tiene otro papel de carácter secundario. Es una cuestión de aplicar otras metodologías.

—¿Hacia donde cree que camina la educación?

—Creo que la educación camina hacia una escuela muy abierta y responde a una visión de futuro. Nuestra arquitectura de enseñanza responde a ello. Debemos tener aulas transparentes que deben abrirse entre ellas y al mundo. La escuela no puede ser un laboratorio donde se trabaje con instrumentos no adaptados al presente y mucho menos al futuro. La escuela tiene que formar para el mundo que avanza, que cambia muy rápido, y que ayude a los futuros ciudadanos a responder a los retos no solo del hoy, sino también a los de mañana.