-Se jubila después de 43 años como agente de la Policía Nacional. Su último destino ha sido el de comisario provincial de Zaragoza. ¿Tiene ganas?

-En absoluto, me hubiera gustado poderme ir con 70 años. Esta profesión tiene sinsabores, pero muchas satisfacciones.

-Llegó a Zaragoza en el año 2014 e hizo cambiar muchas cosas. Una de ellas, la creación de un grupo especializado en robos en viviendas. ¿Fallaba el modelo anterior o respondía a una oleada?

-Había un problema serio de robos en viviendas. Bandas de ciudadanos procedentes de la Europa del Este desvalijaban viviendas en un visto y no visto, eran grupos muy organizados. Estábamos en la obligación de poner en marcha una operación, que la denominamos Sable y que todavía sigue vigente. Gracias a ella y al trabajo del Grupo de Robos conseguimos desarticular muchas bandas y que vieran que Zaragoza no era una ciudad cómoda para sus planes.

-El grupo más reciente creado por usted ha sido el que lucha en contra de los robos con violencia e intimidación…

-Era una necesidad atajar este problema que tuvo un pico importante este verano. Nos sorprendió la violencia que empleaban hasta el punto de utilizar la maniobra del mataleón, que dejaba inconscientes a las víctimas. Han hecho un gran trabajo porque se han reducido de forma muy importante. También hay que agradecer en esta labor a la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de Zaragoza, que ha permitido expulsar a una veintena de estos delincuentes.

-Se relacionó algunos asaltos de este tipo con menores extranjeros no acompañados. ¿Es así?

-Se les demoniza. Solo se habla de ellos en las páginas de sucesos. Claro que algunos delinquen, pero otros estudian y esos no salen. No obstante, los servicios sociales deberían trabajar más con ellos.

-Está claro que una de las huellas que deja es la especialización policial. ¿Tan importante es?

-Bajo mi punto de vista, es fundamental. De hecho, ya he pedido a Interior que las comisarías de Zaragoza reduzcan su actividad a expedir DNI y pasaportes y a recoger denuncias. Los grupos que en estas investigan robos, por ejemplo, deberán salir de ahí. No es normal que en San José investiguen un atraco y en Arrabal también cuando puede que tengan relación. Lo malo es que esta medida no la verán mis ojos por la jubilación. Que quede claro que no voy a cerrar comisarías, pero sí vaciarlas de contenido. Se ganará en operatividad.

-¿Sólo deja ese proyecto en el aire?

-Desgraciadamente, me voy sin que la tan necesaria nueva Jefatura Superior de Policía de Aragón sea una realidad. Años de promesas, ahora hay un proyecto, pero no sé si el que me sustituya en el puesto la verá hecha (risas). También queda pendiente que la Jefatura Superior de Policía de Aragón tenga su propio laboratorio de criminalística y no tener que depender de Barcelona.

-¿Pero lo han solicitado a Interior?

-Muchas veces. La última, ni respuesta tuvimos. Pero estoy seguro que tendrá que crearse aquí porque no tiene sentido la actual organización.

-En estos seis años también ha apostado por la participación ciudadana. Se propuso que la Policía saliera a la calle y diera consejos. ¿Lo ha conseguido?

-Yo creo que sí. El área de participación ciudadana ha dado charlas en colegios sobre acoso o violencia de género, a los mayores por atracos y hasta a los administradores de fincas por robos en viviendas. Concienciar es importante, especialmente en delitos como la violencia machista. Solo acabaremos con ella si educamos en contra de esta lacra.

-Sonada fue también la medida de exigir a los policías decoro a la hora de ir a declarar a los juicios. ¿Le molestaron las críticas?

-Mi nombre salió en todos los sitios y me molestó mucho. Recibí quejas de jueces que decían que no era admisible que algunos agentes fueran en chanclas y yo lo entendí. Lo curioso fue que al año siguiente hubo una circular de la Dirección General de la Policía que copiaba mi texto y exigía lo mismo para toda España.

-Antes de llegar a Zaragoza ejerció de comisario provincial en Teruel. ¿Cómo fue la experiencia allí, una ciudad mucho más pequeña?

-Reconoceré que me sentó como un castigo cuando llegué allí. Había luchado contra el terrorismo en San Sebastián y Barcelona y un día me dijeron que fuera allí. Por lo menos volvía a Aragón, mi tierra, pero me costó. Una vez en Teruel me adapté muy bien y conseguimos bajar los índices de criminalidad más todavía.

-¿Cómo lo hizo? Es segura.

-Pues como en Zaragoza. Hacer mucha calle. Se sorprendieron cuando yo, el comisario provincial, se metía en un indicativo de Seguridad Ciudadana y patrullaba con ellos. Tenemos que estar en la calle para ver y dar seguridad. El principal problema en aquella época era el tráfico de heroína procedente de la Comunidad Valenciana y fuimos a por él.

-Me ha dicho que trabajó en la lucha antiterrorista. ¿Cómo fue?

-Muy duro. Mi primer destino con 25 años fue Barcelona. Recuerdo luchar contra el terrorismo anarquista, contra Terra Lliure, que una mañana regó Cataluña con una treintena de explosivos, y contra la extrema derecha, que ponía bombas en bares frecuentados por gays. No había las tecnologías de ahora y las investigaciones eran de echar muchas horas de vigilancia. Morían muchos inocentes y eso afectaba.

-¿Y en San Sebastián?

-Igual de duro. La única cosa buena, si se puede denominar así es que todos estos grupos criminales tenían un modus operandi. Ahora tenemos el peligro de los yihadistas y estos no tienen un manual de actuación claro. Aprendemos a partir de atentados en ciudades como Londres.

-¿Su experiencia la ha compartido con la Brigada de Información de la Jefatura Superior de Policía?

-Por supuesto. Ellos están muy involucrados en investigar el yihadismo. No obstante, yo todas las mañanas cuando me levanto siempre pienso que puede ser el día de un ataque. No necesitan kilos de explosivos. Los agentes están muy pegados a la calle. Siempre les digo que solo por llevar un uniforme ellos también pueden ser un blanco.

-Ha comentado al principio de la entrevista que no le hubiese gustado jubilarse a los 65. ¿Y ser jefe superior le habría gustado?

-Sí, pero se me cerraron las puertas cuando cambiaron la norma y comenzaron a exigir tener una carrera universitaria.

-¿Es independiente la Policía?

-He trabajado con un delegado del Gobierno del PP y ahora del PSOE y jamás se han inmiscuido en el trabajo del cuerpo.