Mientras los heridos se recuperaban en el hospital acompañados de otros familiares (como la abuela de los niños, que también vive en Villarreal), los vecinos trataban de volver a la normalidad.

Entre ellos estaba Alin Lendea, un joven de 22 años vecino del piso inferior del afectado, que fue de los primeros en avisar a la Guardia Civil y de auxiliar a los heridos. «Somos amigos», explicaba, «y he subido a ayudarles. He sacado a los niños y luego hemos ayudado a los demás, la mujer estaba llena de heridas, decía que le había caído la pared encima».

A su lado, su cuñado explicaba la impresión que les había causado el herido más grave, «todo quemado, estaba muy mal», explicaba. Ambos se paraban de cuando en cuando a observar los estragos, en plena nevada. Mientras, otro vecino que prefirió no decir su nombre ilustraba la potencia de la explosión. «Yo vivo abajo y se han desencajado todas las puertas», afirmaba.

Al poco tiempo, el propietario del coche aplastado por la pared caída, también residente, recogía la documentación como podía y tampoco era proclive a hablar. Su mujer confiaba en que les diera «algo el seguro de la casa, porque el coche no cubre». Era casi nuevo.

Según decían algunos vecinos, y confirmaba el propietario del inmueble, las viviendas cuentan con instalación de calefacción, pero al parecer los residentes habían optado por la estufa de butano por ahorrar. «Les vino una factura muy alta, y se pusieron una estufa», explicaba otro vecino. Está por ver si fue un mal uso o una avería lo que causó el fatídico escape.