Hemos encontrado la legionela porque controlamos mucho las dos torres de refrigeración desde el brote registrado el pasado mes de junio", explicó Francisco Javier Falo, asesor técnico de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno aragonés. Los servicios técnicos cortaron ayer el funcionamiento de una torre del hospital Clínico de Zaragoza y procedieron a su limpieza.

Falo recordó que, a raíz del brote, se realizaron controles de las dos torres afectadas cada tres días y en agosto se han hecho cada semana, cuando la normativa exige estas revisiones cada tres meses. En el Clínico ya se hacían cada mes. Este control exhaustivo ha permitido detectar la posibilidad de que aparezcan cantidades suficientes de bacterias para provocar la enfermedad.

En este sentido, el asesor señaló que, aunque no se dispone todavía de los resultados de la revisión, se ha procedido a limpiar la torre donde se halló la concentración de bacterias como medida preventiva.

Desde que se cerró el brote de legionelosis que hasta el 25 de junio provocó la muerte de seis personas y afectó a otras 23, según datos de la DGA, se han realizado continuas encuestas de vigilancia epidemiológica, cuyos resultados se conocerán en septiembre.

REVISION PERMANENTE Además, "se ha procedido a una revisión permanente de las estructuras afectadas, se cambió el relleno de las torres y se modificó el sistema de desinfección al introducir hipoclorito, intensificando la inspección de las cantidades microbiológicas. Como ha ocurrido ahora, cuando vemos que hay unos niveles superiores de legionela, se modifica un tramo de tubería o una parte de la conducción", detalló Falo.

El técnico manifestó que no quería ser "alarmista", pero añadió que el sistema de control actual "es suficiente. Tenemos la sensación de estar en un nivel óptimo. Cuando se pare el funcionamiento de las torres porque lo permitan las temperaturas podremos realizar un abordaje más drástico y contundente del problema porque habrá más margen para maniobrar".

En su opinión, "la legionela está ahí, y ante esta realidad sólo cabe tenerla controlada. Es una bacteria con la que tenemos que convivir, como ocurre con la salmonella o la meningitis. Es algo de lo que hay que ser consciente. No se puede pensar en parar la refrigeración en el hospital, porque el riesgo que se crearía con las altas temperaturas es mucho más grave y nocivo".

La legionela es una bacteria que vive en aguas superficiales y que se desarrolla a temperaturas de 25 a 40 grados, por eso prolifera en verano y aparece más en los conductos de agua caliente. Cuando se instala es muy difícil de eliminar porque tiene una gran capacidad para resistir las cloraciones.

Los cultivos se instalan principalmente en codos y ajustes de las tuberías de conducción, a donde es difícil de llegar y una excesiva concentración de cal, como la del agua de Zaragoza, favorece su implantación. El fuerte viento de la capital supone una ventaja, ya que, aunque la bacteria se extiende más, también queda más difuminada.