La peligrosidad del paso elevado de la N-221 sobre las vías del tren no sólo la han detectado los técnicos, también se han dado cuenta los propios vecinos de la zona. "Durante toda la noche hemos oído cómo crujía el paso elevado", indicaron ayer algunos curiosos que se habían acercado de nuevo hasta la zona afectada.

Las proximidades del puente se han convertido desde el lunes en un punto de encuentro de numerosos vecinos que llegan para contemplar cómo avanzan las grietas, tragándose a su paso todo lo que se pone por medio, incluidos la vía del tren, la carretera o el paso elevado. "Es increíble lo que puede hacer la naturaleza", indica uno de ellos.

La situación tampoco dejó indiferente a los políticos y los técnicos. El propio consejero de Obras Públicas del Gobierno de Aragón, Javier Velasco, no podía salir de su asombro tras visitar la zona. "Sabíamos que este era un problema importante, pero no imaginábamos que iban a producirse daños tan graves y de una forma tan rápida", indicó el responsable de infraestructuras.

Estas palabras resumen la sensación que experimentaron algunos responsables, técnicos y especialistas de la Dirección de Carreteras, Renfe y la Confederación Hidrográfica del Ebro en el transcurso de la mañana de ayer, mientras comprobaban el estado en que se encontraba la zona y, sobre todo, el paso elevado.

No es para menos. Las primeras fracturas del asfalto se han hundido hasta formar escalones de casi un metro y el terreno sigue quebrándose mientras continúan los desprendimientos.