Una explosión del gas butano acumulado en una vivienda de Villarreal de Huerva dejó ayer herido grave a uno de sus moradores, leves a otros dos, un matrimonio, y prácticamente ilesos a sus hijos pequeños, aunque uno de ellos, un bebé, permanecía ayer en observación. La explosión se produjo sobre las 7.00 horas y fue de tal magnitud que derribó las paredes exteriores del piso, un tercero, que además destrozaron el coche de otro vecino, aparcado fuera. El jefe provincial de los Bomberos de la DPZ, Eduardo Sánchez, no dudaba en calificar de «milagro» el hecho de que no hubiera muertos.

Las víctimas permanecían ayer hospitalizadas. El más grave, de nombre Claudio Stefan y de 40 años, según un vecino, estaba ingresado en la Unidad de Quemados del Miguel Servet, con pronóstico estable. Las fuentes consultadas discrepaban sobre el alcance de las quemaduras, aunque las más precisas apuntaban que eran de tercer grado en un 20% del cuerpo, la cara y los brazos, principalmente. Era el tío de la mujer que, junto a su marido, fue trasladada al hospital Ernest Lluch de Calatayud, con lesiones propias del impacto de los tabiques y cortes de cristales. Los niños, uno de unos tres años y un bebé, parecían ilesos, aunque el menor ingresó en observación.

DESALOJO

Tras la tremenda explosión y el aviso de varios vecinos, acudieron al lugar efectivos de la Guardia Civil, de diversos parques de los Bomberos de la DPZ y sanitarios del 061, que trasladaron a los heridos. Los 25 vecinos del bloque, muchos rumanos -como los heridos-, o subsaharianos, trabajadores de una granja cuyo dueño les alquila los pisos, habían salido ya, asustados.

Los bomberos y un arquitecto municipal certificaron que las cuatro viviendas del bajo y del primer piso estaban en condiciones, por lo que sus vecinos pudieron volver a lo largo del día. El resto, según explicó la alcaldesa, María Rosa Lázaro, se alojarán con familiares o en el albergue de la vecina localidad de Mainar, tras resguardarse momentánemente en un recinto municipal.

Los bomberos no podían determinar exactamente cómo ocurrió la explosión, pero todo apunta a que una mala conexión de una estufa de butano hizo que la casa se fuera llenando de gas, que prendió, posiblemente, al encenderla. Las bombonas, aún apiladas ayer por la mañana en la calle, no llegaron a explotar.

Aun así, la onda expansiva fue tremenda: derribó todas las paredes exteriores y tabiques; desencajó la puerta blindada, que fue hallada en el salón de la vivienda de enfrente y envió la reja del balcón y el menaje de cocina a más de 10 metros de distancia.

Y pese a ello, hubo cierta suerte. Primero porque se produjo en la vivienda más exterior, de forma que la onda expansiva derribó paredes y no el resto del inmueble, ni el contiguo. Segundo, porque, «si llega a ser una hora después», explicaba el propietario del inmueble, Miguel Esteban, los vecinos suelen estar en la calle esperando para trabajar, en la zona donde cayó la pared que aplastó un coche.

El propietario tranquilizó sobre las indemnizaciones del seguro, tanto de las viviendas como del inmueble.