Recibieron aplausos durante los días más críticos de la pandemia como agradecimiento a su labor de sol a sol para combatir el covid-19 y salvar el mayor número de vidas posibles. Un reconocimiento que por un momento hizo olvidar las agresiones que sufren en su día a día los sanitarios y que otros héroes, que también fueron vitoreados durante el estado de alarma, tienen que protegerles. La Policía Nacional.

Al frente de este servicio está la inspectora Mercedes Garralaga que junto a cinco agentes más realizan un seguimiento de los facultativos que han sido víctimas y realizan valoraciones de riesgo de los hospitales y centros de salud. Su campo de actuación es Zaragoza capital, ya que en Huesca y Teruel hay otros equipos y en lo que respecta al medio rural está la Guardia Civil. Son lo que el Ministerio del Interior denominó en el 2017 el Interlocutor Policial Nacional Sanitario que depende de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón.

Su figura está más que justificada como así lo indican las cifras: más de 120 agresiones en los primeros meses del año en Aragón, según los datos registrados por la DGA. El 2019 cerró con 294. La última de mayor gravedad ocurrida en la capital aragonesa la sufrió una médica a la que un paciente sacó una navaja y amenazó cuando iba a ser asistido en el consultorio de paseo Sagasta. Esta facultativa ha estado en varias ocasiones en el despacho de la inspectora.

«Es muy importante que ellos pongan una denuncia, lo tienen que hacer en cualquier comisaría, pero luego nosotros atendemos de forma personalizada los casos que suelen ser bastante traumáticos para ellos», señala Garralaga, quien reconoce que se enfrentan al problema de que algunos sanitarios tratan de restar importancia a determinadas agresiones como las amenazas y eso les reduce su respuesta. «Hay médicos en Zaragoza que han conseguido órdenes de alejamiento de pacientes por las continuas amenazas que sufrían», destaca.

Esta inspectora, jefa del grupo policial que también está al frente de la regulación de la seguridad privada y de los detectives, trabaja mano a mano con el director de Seguridad del Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón. Una relación estrecha entre dos administraciones que buscan el mismo objetivo: la reducción de las agresiones. Este año ha sido más del doble. Aunque pueda parecer que es el efecto del confinamiento, la inspectora Garralaga opina que no es así. De hecho, las asistencias sanitarias aumentaron y la presión también. Con ella el nerviosismo de los pacientes, que está en el origen de muchas de las agresiones. La firmeza y la psicología a la hora de tratar estas situaciones son un gran arma.

La prevención es fundamental, señala la inspectora policial, quien explica que además de la investigación de los casos también realizan formación a los sanitarios. De esta forma conocen este servicio que ofrece la Policía y, por otro lado, les dan una serie de trucos para evitar sustos. «Puede parecer una tontería, pero un cambio en la disposición espacial de la consulta puede ser fundamental», apunta. Les explican a los sanitarios, por ejemplo, que no tengan su mesa y silla frente a la puerta, sino en horizontal y así tener una vía de escape en cualquiera de los dos lados de la misma. Algo importante que han observado tras el análisis de los casos y que ahora proponen a los facultativos es que en la mesa haya la menor cantidad posible de objetos que puedan ser empleados para una agresión. Grapadoras, tijeras o jeringuillas nunca deben estar a mano del paciente.

No obstante, también cabe la posibilidad de que el agresor lleve de casa el arma. Es lo que ocurrió en marzo del año pasado cuando un zaragozano de 83 años hirió con un cuchillo a un médico del centro de salud Univérsitas, en el barrio Delicias.

Consejos

Otro de los consejos que ofrecen a los sanitarios es parapetarse con objetos como las sillas o que se descarguen la aplicación de teléfono móvil Alertcops. Sirve para toda la ciudadanía para denunciar en tiempo real un delito sin tener que llamar al 091, incluso permite mandar fotos y geolocalizar un hecho, pero los médicos, enfermeros y demás personal de los centros de salud tienen operativo una especie de botón antipánico que avisa rápidamente a la Policía de un problema y que hace que las patrullas de Seguridad Ciudadana se desplacen de inmediato al lugar. De hecho, tienen asignado un número de identificación personal que es de gran ayuda para los agentes actuantes en estos casos.

Por otro lado, la inspectora Garralaga y su equipo también realizan valoraciones de riesgo de los hospitales y centros de salud. Con los datos que sacan pueden hacer una foto fija de la problemática existente de cara a, por ejemplo, que el Salud decida instalar cámaras de seguridad o contrate personal de seguridad privada.

También organizan dispositivos policiales en casos en los que la víctima de una agresión sabe, gracias a la cita previa, que un paciente problemático va a acudir a la consulta. Para proteger no solo al facultativo, sino al resto de ciudadanos presentes en los centros de salud u hospitales, el interlocutor territorial sanitario de la Policía activa a diferentes agentes de Seguridad Ciudadana que se trasladan con tiempo. Con solo su presencia la persona conflictiva suele quedar desactivada. Todo para evitar que el ir a trabajar sea un riesgo.