Si dispone usted de 70.000 euros y pasión por la historia y el patrimonio aragonés, quizá le interese adquirir la casa natal de uno de los más renombrados intelectuales y literatos de la historia de Aragón, Baltasar Gracián. Es el precio orientativo que le ha puesto la familia propietaria del inmueble, que la sacó a la venta recientemente después de la muerte de los vecinos que allí residían, y de que los descendientes hayan perdido vinculación con la localidad de Belmonte de Gracián, donde se ubica. En apenas unas semanas desde que colgaron el anuncio en una página de internet ya han recibido varias llamadas interesándose por la adquisición para una casa rural, que es lo que ellos proponen. «De momento no se ha concretado nada», explicaban fuentes de la familia, que prefieren no aparecer con nombre.

La vivienda, de varios pisos y gran tamaño, se ubica en el centro de la pequeña localidad de la comarca de Calatayud, en la ribera del río Peregiles, donde nació Gracián a principios del siglo XVII. La actual familia no tiene nada que ver -que se sepa- con el intelectual, que pasó la vida en otros muchos lugares hasta acabar falleciendo en Tarazona. Pero siempre se ha sabido que nació en la casa de Belmonte, que ahora ostenta en su fachada de color blanco varias placas conmemorativas de la Institución Fernando el Católico, el Ateneo de Zaragoza o la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, entre otras, hacia su figura.

Pese al interés institucional, y a que Gracián está en boca de los políticos con bastante asiduidad, ninguna administración se ha puesto en contacto por el momento con la familia para mostrar interés en adquirir la vivienda. En su día hubo intentos, explicó el alcalde de Belmonte, José Carlos Pérez, de adquisición por parte de la Diputación Provincial de Zaragoza, pero por lo que fuera no cuajaron. Se optó por construir entonces el Espacio Gracián, un pequeño centro de interpretación sobre su figura, en la antigua Casa del Médico de la localidad, que aún se abre bajo demanda de quien quiera visitarla los fines de semana.

Descartada pues, en principio, la adquisición para centro museístico, el alcalde explicaba que se pondrá en contacto con la DPZ, por si aún tuviera interés en darle uso oficial a este pedazo del patrimonio histórico aragonés, que el consistorio no tiene posibilidades económicas de adquirir, por muy buena relación que tenga con la familia.

Esta, por el momento, mantiene la casa a la venta en principio con vistas a un negocio, ya que considera que por tamaño, daría de sí. «Hace unos ocho años que no está habitada pero quedan muchas cosas antiguas que podrían servir. Quién sabe, igual alguna hasta es de época de Gracián», apuntaban.