La reivindicación aragonesa de los bienes de las parroquias del límite oriental de la provincia de Huesca se remonta a 1995, el año en que las poblaciones aragonesas que pertenecían desde tiempos medievales al Obispado de Lérida se incorporaron a Aragón, dentro de los límites de la diócesis de Barbastro-Monzón. Desde esa fecha, conocida en el lenguaje eclesiástico, como la de la transferencia de las parroquias, la comunidad aragonesa no ha dejado ni un instante de reclamar la colección de 111 piezas que se guardan en el Museo de Lérida, si bien solo 9 de ellas están expuestas. La reclamación empezó por vía canónica, donde Aragón ganó en el 2007, pero luego ha continuado por la civil ante la negativa del Museo de Lérida a cumplir las resoluciones judiciales. Como gesto de buena voluntad, para acallar las protestas, el consorcio que regenta el museo leridano ha ofrecido a las parroquias 30 piezas, las menos valiosas. De ningún modo ha llegado a sugerir que va a entregar las que tienen mayor relieve, como es el caso del frontal del altar de San Vicente de Tresserra, el frontal del altar de San Hilario, el conocido como cuenco de Benavente o la arqueta de Buria, que poseen un incalculable valor artístico. En la colección hay además numerosas cruces, patenas y cálices, así como vestimenta eclesiástica, tallas de gran valor, como la de la Virgen de Zaidín, tablas y pinturas en distintos grados de conservación e incluso candelabros, junto a fragmentos muy desfigurados por el tiempo.