Hay historias de amor eternas. Otras idílicas. Y otras imposibles. La de Diego de Marcilla e Isabel de Segura era una de estas últimas.

Teruel retrocedió el viernes en el tiempo hasta época medieval para recordar parte de una de las historias que más lejos han llevado el nombre de la capital turolense y que cada año reune a cientos de turistas y curiosos por conocer este enlace. La partida de Diego fue el detonante de que nunca se produjera el tan ansiado enlace.

Todo comenzó el viernes, cuando en la catedral de la ciudad, Diego de Marcilla --interpretado por Gabriel Fuertes-- declaró su amor a Isabel de Segura --Carmen Jara--. Esta escena teatral solo fue un aperitivo de lo que son las conocidas Bodas de Isabel de Segura.

El plato gordo de este fin de semana llegó ayer cuando Diego pidió al padre de Isabel la mano de su hija. La respuesta no fue la esperada y la desilusión de los idealistas del amor se plasmó entre los corrillos que se acercaron a ver esta gran obra teatral que cuenta con un grupo de expertos recreacionistas.

El final de la historia de amor no es el esperado. No es un final feliz. Sí que lo es, en cambio, para el sector hotelero y turístico que se frota las manos cada vez que la ciudad se convierte en un teatro viviente durante un fin de semana.

Las bodas de Teruel son el sello de identidad de la provincia y un seguro de vida para para los que viven del turismo. Tanto es así, que el Gobierno de Aragón encargará un estudio sobre el impacto económico de la labor que realiza la Fundación Bodas de Isabel y sus dos eventos principales: las Bodas de Isabel de Segura, en febrero, y La Partida de Diego que el viernes inició su cuarta edición.

El siguiente encuentro medieval será, ya sí, la boda de Isabel de Segura.