Rosario, además de un bonito nombre de mujer (y de una ciudad en Argentina, Colombia, México, Filipinas y Tenerife) es la sarta de cuentas engarzadas o enhilados por orden de diez en diez, terminada en una cruz que reúne ambos extremos y comúnmente decorada con medallas y otros devotos adornos. Elemento muy similar al de otras religiones, el rosario sirve para el rezo de la oración dominical y la salutación angélica (el Avemaría). El origen del rezo del rosario se atribuye a Santo Domingo de Guzmán (1170-1221) cuya plegaria (en honor de los principales misterios de Jesucristo en que tuvo participación su Madre, la Virgen María) habría instituido el santo burgalés hacia el 1208.

Siglos después, y en acción de gracias por la victoria obtenida el 7 de octubre de 1571 por la escuadra de la Liga Cristiana (comandada por Don Juan de Austria, hermano del rey de España Felipe II) frente a las poderosas naves turcas, en la batalla de Lepanto, el papa Pío V instituyó una fiesta anual con el título de Nuestra Señora de la Victoria, fijándola para el mismo día en que tuvo lugar tan histórico y trascendental triunfo. Y además añadió en el rezo del rosario la letanía Auxilium Christianorum (Auxilio de los Cristianos). Posteriormente, en 1573 Gregorio XIII cambió el título de Nuestra Señora de la Victoria por el de Nuestra Señora del Rosario y aprobó un oficio para esta fiesta. Posteriormente, ya a finales del siglo XIX, el papa León XIII impulsó la práctica del rezo del rosario entre los cristianos, como manifestación de piadosa devoción a la Madre de de Dios, en su faceta de maternal auxiliadora.

No resulta por ello casual que la Virgen del Rosario fuera adoptada en 2009 como patrona de la UME (Unidad Militar de Emergencias), creada precisamente, por resolución del Consejo de Ministros, el día de su celebración (7 de octubre) del 2005. A este respecto, cabe así mismo señalar que la gran actuación que tuvo esta tras el terremoto de Lorca (Murcia), ocurrido el 11 de mayo de 2011, tuvo un precedente histórico, en cuanto a la intervención del Ejército español en socorro de la población afectada por desastres naturales. Ocurrió en el terremoto que afectó gravemente a la ciudad de Cádiz el día 1 de noviembre de 1755, y que por ser allí donde tuvo un mayor impacto, ha pasado a la historia con el nombre de terremoto de Lisboa.

Y es que fue gracias a la pericia de un militar aragonés (mariscal de campo del cuerpo de caballería), el barbastrense Antonio Azlor y Marimón (1697-1774), el que se redujera considerablemente el potencial número de víctimas por causa de aquel terrible desastre natural.

Azlor hacía apenas unos días (fue el 10 de octubre de 1755) que había tomado posesión de su nuevo cargo como Gobernador de Cádiz, cuando, en el día de Todos los Santos, se produjo el gran tsunami. Con gran serenidad, lo primero que hizo el aragonés fue acordonar todo el perímetro de las murallas con soldados, dándoles instrucciones para que nadie saliese fuera de sus lienzos, sabedor de que las aguas retornarían con virulencia. Asimismo, en previsión de nuevas réplicas, dispuso que en las plazas y puestos de guardia se emplazaran barriles de alquitrán y antorchas, por si hubiese alguna novedad la noche del sábado, para que las calles estuvieran bien iluminadas.

Y tampoco la Virgen del Rosario fue ajena a los auxilios a la población gaditana damnificada, puesto que los frailes del convento de Santo Domingo expusieron en el pórtico su imagen, vuelto el rostro de María hacia la bahía de Cádiz, en señal de protección. Además, aquella misma noche salieron varias procesiones de rosarios, que -a decir de las fuentes religiosas de la época- “hicieron un admirable fruto de detención de las aguas”. Por ello la Virgen del Rosario es la patrona de Cádiz.

Y tampoco Aragón es ajena a su devoción, como bien se demuestra en el hermoso «Rosario de Cristal» de Zaragoza (cuyo origen se remonta a 1889, coincidiendo con la creación de la «Cofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Señora del Pilar») que procesiona las calles de Zaragoza en la anochecida del 13 de octubre, la cual -siendo una celebración genuinamente aragonesa- es una de las manifestaciones marianas con mayor proyección en la vida religiosa de España.

*Historiador y periodista