En vísperas del 22-M pocos políticos --más si eran de izquierdas-- se situaron en contra del movimiento 15-M. Nadie osó aplicar la normativa por ocupación de la vía pública ni por llenar de pancartas y carteles farolas y mobiliario urbano. Todos lo entendían y alguno hasta lo apoyó en público. Ahora llegan las denuncias. Está visto que las promesas, como el hojaldre, se hacen para deshacerse.