Consultar dudas sexuales a través de una pantalla parece que da menos pudor y más sinceridad. La tecnología, reñida con el contacto físico y con cualquier tipo de afectividad, sirve así de escudo para quienes tienen prácticas de riesgo sexuales y también muchas dudas. Precisamente ante el aumento de casos y las nuevas formas de ligar, desde Omsida Zaragoza se pusieron manos a la obra hace dos años.

Entonces iniciaron un proyecto mediante el cual la asociación está presente en cinco aplicaciones de citas (Grindr, Wapo, Planet Romeo, U4Bear y Scruff) con un usuario ayudante disponible las 24 horas del día. Este contesta preguntas y ayuda al interlocutor. «Hay consultas de todo tipo, pero relativas al sexo oral hay muchas más. Percibimos que en esta práctica no se usa protección, mientras que en el resto está generalizada. Hay mucho temor y dudas sobre la infección de VIH a través del sexo oral», cuenta José Ángel Gilabert, cibereducador sexual de Omsida Zaragoza y la persona que está detrás de la pantalla en un chat disponible en todo momento.

Experto en Formación de Mediadores para el Apoyo a Personas con VIH, un título que obtuvo en la UNED, Gilabert también realizó un curso de formación para aplicaciones geolocalizadas. «El problema no está en las app ni en su auge, ellas no tienen la culpa. El problema está en la propia persona que lleva a cabo una práctica de riesgo y que tampoco tiene una educación sexual correcta», dice.

Asegura que son plataformas «para tener sexo, no para hacer un grupo de amigos», lo que requiere de «una buena educación sexual» por parte de quien las usa. Dice, además, que al propio perfil de Omsida llegan propuestas para mantener relaciones y, en el momento es que se dan cuenta de que se trata de un usuario ayudante, cortan la conversación.

A Gilabert le salta una alerta cada vez que el perfil de Omsida tiene alguna consulta. «Actuamos todo el día. Es una actividad voluntaria que intento encajar con mi trabajo. Me siento contento cuando consigo dar una recomendación adecuada. He ayudado a varias personas y eso es bonito, me llena», afirma.

Gilabert incide en que «su lucha personal» desde que comenzó en esta iniciativa es abordar la situación desde una perspectiva nacional. «No todas las aplicaciones facilitan nuestros servicios. Hemos intentado crear el mismo perfil para app heteros y por ahora no es posible. Nos ponen trabas y consideran que hacemos publicidad, cuando esa no es nuestra intención», asegura.

CONFIDENCIALIDAD

El entorno es seguro y confidencial. Además de las consultas, también existe la opción de mandar fotos. «He visto de todo. Hay infecciones muy feas que se deben tratar en consulta. Además, recuerdo siempre que en Omsida hacemos la prueba rápida y de manera gratuita», reitera.

El perfil de usuarios es «variado», desde jóvenes hasta personas adultas o usuarios que quieren hacerse el test. «He respondido a inmigrantes sin papeles que por su situación no quieren exponerse, por ejemplo, o a escorts que pueden tener alguna infección. Lo que si percibo es que hay mucho desconocimiento sobre el VIH y mucho miedo a las enfermedad de transmisión sexual», dice. Gilabert dispone de un grupo de whassap con otros cibereducadores del país donde consultan situaciones y donde realizan una videoconferencia al mes para comentar el trabajo.