Esta mañana, un hombre de unos 67 años, L.L.M., ha asesinado con un arma blanca a su mujer, Dolores M., de 68, y, posteriormente, se ha suicidado tirándose por la ventana. Inicialmente no había habido denuncias previas de maltrato.

Los hechos han ocurrido sobre las 8.00 horas en la calle Viñedo Viejo de Zaragoza, en el barrio de Casablanca. Una llamada avisaba de que una persona se encontraba tendida en el suelo malherida. Cuando se han desplazado los equipos sanitarios y la Policía Nacional al lugar tan solo han podido certificar la muerte.

Inmediatamente, los agentes han decidido subir al piso, si bien la esposa de esta persona no abría la puerta. Cuando han accedido han descubierto el cadáver de la mujer apuñalado. Según fuentes consultadas por EL PERIÓDICO, la mujer padecía alzheimer.

SEGUNDO CRIMEN DE VIOLENCIA DE GÉNERO

Ya son dos las mujeres asesinadas este año por sus esposos o parejas sentimentales en Zaragoza. El otro asesinato, el de Raquel, se produjo el pasado 25 de junio en el zaragozano barrio de Delicias. El autor confeso del primer crimen machista del año en la capital aragonesa, David Pellicer Criado, aseguró que «nunca» había protagonizado un episodio de violencia de género y que todo fue porque se le «fue la cabeza», si bien ya amagó con estrangularla varios días antes en un momento en el que él quiso mantener relaciones sexuales y ella se opuso, tal y como adelantó este diario.

El autor de este crimen, que llegó a desplazarse personalmente ante la Jefatura Superior de Policía de Aragón para informar del asesinato que acababa de cometer, reconoció ante la jueza instructora que el ataque fue sorpresivo. Según las declaraciones a las que ha tenido acceso este diario, ambos se habían acostado en la cama, donde hablaron unos minutos. Él, defendido por la abogada Carmen Sánchez Herrero, había asumido que tenía que abandonar la vivienda en la que convivían con una hija de ambos de 10 años -que en ese momento estaba con sus abuelos-. Tras callarse para dormir, David Pellicer declaró: «Se me fue la cabeza, empecé a pensar en todo lo que se me venía encima, así que la cogí del cuello en la cama y caímos los dos al suelo». «Ella me gritó qué estaba haciendo, que estaba loco y pidió ayuda, pero la cogí con el antebrazo derecho por el cuello y la apreté», recalcó. No comprobó si estaba viva o muerta, ni llamó a urgencias. Después de estrangularla se fue al salón, donde se bebió tres cervezas, se metió medio gramo de cocaína, 15 pastillas de orfidal y se fumó un porro.