Un hombre de 58 años tuvo que esperar 581 días para que el servicio de Neurofisiología del hospital Clínico de Zaragoza le realizara un estudio del sueño, una prueba de diagnóstico vital para certificar que padecía un síndrome de apnea, una patología que puede tener consecuencias muy graves.

Su periplo comenzó en abril del 2003, cuando su facultativo del servicio de Nefrología del citado centro sanitario le examinó. Además de hipertensión, sufría trastornos del sueño, por lo que el médico solicitó este estudio.

La apnea es la falta o suspensión temporal de la respiración durante el sueño. Los pacientes roncan, no descansan y en ocasiones se deprimen, pero incluso pueden padecer hipertensión arterial, como en este caso, accidentes cerebro-vasculares y trastornos del ritmo del corazón. En casos extremos, el enfermo puede morir súbitamente.

A pesar de que se trata de una patología fácil de diagnosticar y de tratar (a los enfermos se les suele colocar un aparato de ventilación mecánica que impide estas suspensiones temporales de la respiración), hasta el 15 de noviembre del 2004 (es decir, un año, siete meses y un día después) no se le realizó la prueba del sueño, según fuentes del hospital.

SUSPENSIONES DE MEDIO MINUTO El estudio sirvió para comprobar que algunas de las suspensiones de la respiración llegaban a los 30 segundos, por lo Nefrología derivó al paciente al servicio de Neumología para que administrara el tratamiento conveniente.

Las mismas fuentes advirtieron del peligro que las listas de espera en otras especialidades entrañan para los pacientes. En concreto: el fondo de ojo (un año para diagnosticar la nefropatía diabética o hipertensiva), intervenciones quirúrgicas como el cáncer de pulmón (tres o cuatro meses) y prótesis de traumatología (dos años).

Según las estadísticas médicas, el 4% de los hombres de edad media y el 2% de las mujeres de ese segmento de la población padecen apnea. Las más propensas son las personas mayores, con exceso de peso, con hipertensión y fumadoras. Los síntomas son somnolencia de día, dolores de cabeza y depresión.

Durante un suceso apneico los músculos de la garganta y la lengua se relajan, obstruyendo la parte superior de las vías respiratorias, por lo que la respiración se hace difícil y ruidosa. Cuando se deja de respirar, los pulmones y el cerebro no reciben oxígeno suficiente, lo que alerta al cerebro a abrir las vías respiratorias para poder seguir respirando. Esto causa un fuerte ronquido o jadeo.

Sucesos apneicos pueden ocurrir con una frecuencia de hasta 20-30 veces por hora. Cada suceso puede ocurrir en un lapso de tiempo corto (incluso un par de segundos) o puede durar hasta un máximo de dos minutos.