Disculpen ustedes que insista en el tema de Espelunciecha. Si lo hago no es por evitar el desaguisado ecológico cometido en dicho paraje pirenaico, porque aquello ya no tiene remedio, sino con la simple intención de evitar que algo semejante vuelva a ocurrir. Por otro lado se han puesto en contacto conmigo estos días diversas personas que durante el mes de agosto se dieron una vuelta por las descomunales obras de ampliación de Formigal, y cuya reacción ha oscilado entre el horror y la incredulidad: ¿cómo es posible esta barbaridad?, preguntan alucinadas.

Pues es posible porque el Gobierno de Aragón sigue sin dotar al Pirineo de una ley que ordene aquel territorio, proteja su enorme riqueza paisajística, medioambiental y arquitectónica y establezca un código de uso razonable que regule y fomente el desarrollo sostenible de la montaña. Es posible también porque las obras en Espelunciecha han sido promovidas por Aramón , sociedad formada por el susodicho Gobierno e Ibercaja (esta circunstancia permite no sólo invertir en el atropello muchos millones de euros extraídos del erario público, sino también que el simpático Alfredo Boné, fuese inicialmente el solicitante de la autorización para meterle mano a Espelunciecha, en su calidad de presidente de Aramón , y luego haya sido el autorizador oficial del desastre, tras convertirse en consejero de Medio Ambiente). Y finalmente es posible porque bastantes municipios pirenaicos han sido convencidos de que el esquí es la única salida (económica) posible, ya que representa el acicate definitivo para desarrollar luego grandes acciones urbanísticas que pueden mover muchísimo dinero (por supuesto nadie dice que todo ello implica transformaciones tan dramáticas como negativas a medio y largo plazo).

La gente de Aramón , muy amablemente, me ha explicado que lo de Espelunciecha resulta ahora muy aparatoso, con tanta excavadora y tal, pero que luego quedará todo muy arregladito, limpio y ajardinado. Vano consuelo. La montaña es como es y cuando se interviene sobre ella de forma tan definitiva deja de serlo. Les aseguro además que yo no estoy en contra de las estaciones de esquí ni me opongo radicalmente a que se construyan hoteles o incluso apartamentos en el Pirineo. Pero de otra manera. Se está propiciando un desarrollo a la mediterránea que no lleva a ninguna parte.