En Montañana, un barrio de Zaragoza situado al otro lado de la Ronda Norte, rara es la familia que no posee un huerto. La abundancia de tierra fértil y de agua del Gállego, que llega por las acequias de Urdán y Camarera, facilitan el cultivo de las hortalizas a las puertas de la ciudad.

Por eso la alerta por contaminación de lindano del río Gállego ha tenido una especial repercusión entre sus vecinos. Todos han torcido el gesto al enterarse de la mala noticia por la prensa escrita, la radio o la televisión. Pero ninguno ha dejado de cuidar su parcela que, salvo contadas excepciones, solo sirve para el autoconsumo.

"Los horticultores de la zona no tienen miedo, no hay preocupación por las concentraciones de lindano", certifica Carlos Saló, que regente el vivero hortofrutícola Laraflor, a las afueras de Montañana. "Los hortelanos siguen regando como siempre", añade.

Uno de ellos es Antonio, de 78 años. Hace tiempo, antes de jubilarse, vivía de los invernaderos, pero ahora cultiva una pequeña huerta que le da tomates, judías, pimientos, cebollas y calabazas. "Yo no sé si el agua que empleo, que cojo de la acequia de Urdán, contiene lindano, eso han de decirlo los expertos, pero toda mi vida he bebido agua del riego, que viene del Pirineo, y no me ha pasado nada", afirma.

En su opinión, se trata de un problema "ya viejo, de hace al menos 30 años". Además, argumenta, en todo este tiempo no han ocurrido desgracias por comer verdura y hortalizas de sus huertos.

"Nosotros no hemos notado nada y llevamos toda la vida comiendo lo que sacamos de aquí", asegura otro horticultor, también llamado Antonio, que tiene su huerta cerca de la acequia de Camarera. "Nunca hemos notado problemas de salud, ni una diarrea", añade Luisa, su mujer.

Como todas las familias hortelanas, Antonio y Luisa tienen un aljibe donde almacenan el agua del río y las acequias. Y, desde que se enteraron del problema del lindano, actúan con algo de prevención.

"Yo les digo a mi marido y a mis hijos que, mientras dure la prohibición de beber agua del Gállego, no llenen el aljibe", explica Luisa. Uno de los chicos, Carlos, lee a diario noticias alarmantes en los periódicos. "Es algo que me va por la cabeza", dice.