A 420 metros de la Basílica del Pilar de Zaragoza se abrió para la Expo el hotel San Valero. En el 2011 cerró sus puertas, pero el pasado 4 de abril fue la fecha elegida para su reapertura. No como el establecimiento hostelero de dos estrellas que tan buenas reseñas publica en su web de reservas aún operativa, sino como una casa okupa en la que se alojan 17 personas que no tienen una vivienda en la que poder vivir. Ellos apelan a la solidaridad y aseguran ser gente que no da problemas, mientras que sus vecinos reconocen tener miedo y estar hartos de las constantes peleas.

El Llanero Solitario, que es como se hace llamar el autodenonimado a su vez gerente del hotel San Santiago Bendito, recuerda que un día decidió okupar dicho edificio con su amigo el Checo. Ahora, según él, lo que hace es recoger gente que vive en los cajeros y en los bancos de la calle. «En estos momentos vivimos 17 personas, pero mi intención es completar el aforo que es de 32», señala. Rafael, un malagueño de 51 años y que lleva seis en paro, es el último huésped. «Estaba en Calahorra y me enteré, así que vine», asevera.

«Estamos aquí porque nadie nos da una vivienda digna tal y como dice la Constitución, hablan mucho de lo social los gobiernos pero somos los últimos de la sociedad», lamenta este hombre que asegura que existe un derecho de admisión. «Aquí la norma principal es el respeto y que no se admite ni alcohol ni drogas», añade.

Recepción de este hotel okupado.

Unas afirmaciones que los vecinos de esta céntrica calle de la capital aragonesa rechazan. «Desde que ellos están la Policía tiene que venir constantemente por peleas y follones. Así no se puede vivir», lamenta un residente que prefiere el anonimato para evitar represalias.

El responsable de este hotel-okupa reconoce que ha habido «algunos problemas» que responden «a borrachos a los que hemos echado porque no queremos gente así». Lo cierto es que los modos de expulsar, a la vista de los vídeos grabados por los vecinos, distan mucho de la corrección y de los buenos modales, ya que se ven patadas, puñetazos y hasta sangre.

De ahí el miedo que siente María, una joven de 30 años, que hace un par de años se compró un piso en la calle. «Paso verdaderamente miedo, están constantemente mirando a todo el mundo al que pasa por ahí y yo no me fío en regresar de noche sola por todo lo que hemos visto de peleas».

El miedo se une al enfado puesto que, tal y como recalca el presidente de una comunidad de vecinos, «la Policía no puede hacer nada, viene, les identifica y adiós muy buenas mientras que la inseguridad va en aumento». De hecho, un residente, que tampoco quiere dar su nombre, lamenta que «el jefe de ese hotel pida respeto cuando ellos son los primeros que no lo tienen. Vi cómo le daban una televisión del hotel a un vecino de a lado, llamé a denunciarlo pero ahí quedó la cosa», afirma. «No puedo negar que la Policía tanto la Nacional como la Local está constantemente aquí, pero esto no son formas de vivir. El otro día los agentes municipales les enseñaban cómo se podían empadronar en un hotel que está okupando, algo que me parece alucinante», critica.

Mientras llega una solución a esta situación, el hotel okupado aspira a tener luz en las próximas horas gracias a un vecino que sí está a favor de que estos sin techo okupen el hotel y les va a enchufar a su sistema. El agua seguirán recogiéndola en la fuente del Justicia.

Este hotel se une a otros edificios de Zaragoza okupados como el de la avenida Goya 91 o Azoque 58. En estos también la presencia policial es habitual por problemas de convivencia, algunas veces graves con agresiones, incendios o robos.