La economía de los valles pirenaicos y del sur de Teruel está muy vinculada a las estaciones de esquí, de las que en invierno depende al cien por cien. De ahí que la actual incertidumbre sobre su fecha de apertura, y las condiciones en las que se producirá, sea vista por los empresarios turísticos como un obstáculo para el desarrollo de sus negocios, desde hoteles y restaurantes a los comercios especializados en equipamiento deportivo.

Toda la actividad del sector servicios está en compás de espera, especialmente en noviembre, un mes de temporada baja en el que muchos establecimientos, desde comercios a alojamientos, echan el cierre y aprovechan para descansar tras el verano y realizar reformas con visas a la nueva campaña.

Con todo, la sensación general del sector empresarial, a principios de noviembre, es de «optimismo» e «ilusión» respecto a la puesta en marcha de los centros invernales de los valles del Aragón, Tena y Benasque, en Huesca. La comarca turolense de Gúdar-Javalambre también ve posible la apertura de Valdelinares y Javalambre.

Puesta a punto

«Aquí todo el mundo se está preparando para la apertura de Cerler», subraya José María Ciria, hotelero y presidente de la Asociación Turística del Valle de Benasque. El empresario no sabe cuándo se abrirán las pistas, donde ya ha nevado y se está fabricando nieve. Pero, pese a que no se puede dar por seguro ni la suavización de las medidas de confinamiento ni la llegada de las grandes nevadas, hace hincapié en que nota «optimismo» en los empresarios. «Los hoteles están esperando una señal positiva para que todo esté a punto para recibir a los clientes en diciembre, mientras que las tiendas están haciendo acopio de existencias», indica.

Esa visión esperanzada del futuro inmediato contrasta con la triste realidad actual, con «las reservas totalmente paralizadas», y las que ya había hechas, muy numerosas y desde hace mucho tiempo, en el aire. «La gente no sabe por dónde van a ir los tiros», reconoce Ciria.

De hecho, los vaivenes en las medidas de confinamiento, que tan pronto se endurecen como se relajan, se alargan o se reducen, están sometiendo al sector turístico de la nieve en Aragón a un continuo cambio de estado de ánimo.

Anabel Costas, vicepresidenta de los empresarios de hostelería y turismo de Huesca, regenta un hotel en el valle de Tena. Y en esa parte del Pirineo «el panorama es desolador». «Está todo cerrado», lamenta. «Todo el mundo está a la espera de lo que decidan hacer las autoridades sanitarias», explica. La principal preocupación en la zona es la temporada de esquí. «Cada vez hay más ciudades y provincias confinadas, de forma que, aunque nevara, no podrían venir a esquiar aquí», advierte.

Luis Terrén, en el cercano valle del Aragón, tiene confianza en las medidas sanitarias. «Si ahora se endurecen, es posible que la situación general mejore a principios de diciembre», afirma. Porque, si no abren las estaciones de esquí del valle, la de Astún y la de Candanchú, «será un desastre económico». Sabe que aunque los datos de la enfermedad mejoren en Aragón, el sector de la nieve se apoya en gran medida en clientes de otras comunidades, con lo que existe un factor de incertidumbre.

«Esperemos que las estaciones de esquí de Teruel, Valdelinares y Javalambre, abran esta temporada, porque, si no lo hacen, será un desastre», afirma igualmente David Nadal, de la Asociación Turística de la Sierra de Javalambre. «Hay que tener en cuenta que muchos puestos de trabajo dependen de los centros de invierno, por lo que, si la nieve falla, daremos otros paso hacia la despoblación», advierte.

A Manolo Górriz, de la Asociación Turística de la Sierra de Gúdar, le preocupa que las reservas «se han parado por completo» y que «se han anulado todas las que había». Y no ve que la situación pueda mejorar a corto plazo.