«No hay nada para siempre», decían los Héroes del Silencio en su último disco de estudio, allá por el año 95. Efectivamente, lo que antes era perenne, hoy en día ya no lo es tanto, como ese tatuaje dibujado en la piel con promesa de eternidad que, a día de hoy, puede eliminarse de manera satisfactoria. El proceso para borrarlo, sin embargo, no es tan rápido como su creación, ya que puede alargarse, dependiendo de las características del dibujo, hasta los dos años. Yanni, de Tattoo Julián Estudio, explica que el periodo mínimo para ello, «si es un tatuaje muy pequeño de, digamos, unos cinco centímetros, requeriría unas 6-8 sesiones, un año», mientras que un tatuaje mediano, «de 10 centímetros por ejemplo, seguramente necesitaría unas 8 o 10 sesiones y un año y medio o dos», añade.

Para calcular los plazos, sin embargo, hay que tener en cuenta factores que los condicionan en gran medida, como la tinta o los colores, y que, tras concluir el tratamiento, todavía quedará una sombra que deberá desaparecer por sí misma, un proceso que puede durar otro año más y en el que los profesionales no pueden hacer nada para acelerarlo.

Todo ello condiciona a la hora de, por ejemplo, presentarse a unas oposiciones. «Necesitan que el tatuaje esté totalmente eliminado», señala Yanni. Acerca de aquellos que acuden al estudio para poder presentarse a un examen de este tipo, indica que son alrededor de un 40% del total que decide borrar estas huellas. Sobre este asunto, precisa que suelen ser policías y también guardias civiles.

El punto de vista es parecido al de Miguel, del estudio Irezumi, donde observa que acuden clientes que quieren entrar al ejército o a la P olicía, aunque matiza que la mayoría que solicitan este servicio son personas a las que no les gustan sus tatuajes «y se los quieren quitar».

Ambos negocios también constatan que hay clientes que deciden tatuarse en zonas no visibles para evitar disgustos. «Hay mucha gente que no se hace tatuajes en las muñecas, en los antebrazos, en el cuello o zonas muy visibles porque, depende para qué trabajos, les pondrían problemas, señala Miguel. «Y también está la gente que se tatúa el brazo y viene al mes a quitárselo porque tiene una oposición», destaca Yanni.

Sobre este particular, esta profesional recuerda algún caso problemático, en concreto el de una chica que lleva intentando borrar su tatuaje con el fin de presentarse a unas oposiciones desde hace un par de años, sin el éxito deseado. «Es súper pequeño pero ella elimina y cura muy mal. El tatuaje era muy negro y aún así le quedan 1 o 2 centímetros visibles. Con eso, ya no le dejan entrar», concluye la experta.