La raíz es tan profunda que muchas veces olvidamos hasta dónde alcanza el vínculo. Desde la fundación de la Caesaraugusta romana, el 14 a. C., nudo gordiano de la relación, las huellas de ítalos y aragoneses se entremezclan a través de la historia: la expansión del reino de Aragón por el Mediterráneo, el tráfico comercial entre ambas orillas, las influencias culturales...

"Tan hermosos y fuertes edificios, tan buen gobierno, tanta provisión, tan de buen precio todo, que casi daba de sí un olor de Italia" dice el pícaro Guzmán de Alfarache, obra de Mateo Alemán, refiriéndose a Zaragoza, la ciudad de las cien torres, la Florencia española antes de la invasión francesa. Cada comparación que se hace con las tierras transalpinas es un elogio que recibe lo aragonés. Como la comarca del Matarraña, conocida como la Toscana española.

Quizá por eso la comunidad italiana se sienta aquí como en casa. "La integración y el mimetismo con la sociedad española es evidente", indica Massimo Marchetti, cónsul honorario de Italia en Zaragoza, quien estima que son cerca de 5.000 los italianos que residen en Aragón: "La mayoría tiene la doble nacionalidad de un país sudamericano", explica.

Muchos años antes, en 1872, y según recoge María Luisa Sinatra, Edmondo de Amicis, periodista del florentino La Nazione, visitó Zaragoza para conocer la ciudad y recoger las impresiones sobre el nuevo rey Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel II. El plumilla italiano quedó prendado por la belleza de La Seo y el Pilar y la singularidad de la Torre Nueva, aunque no halló un gran entusiasmo ante el ascenso del nuevo monarca. Por aquel entonces, la hostelería zaragozana ya recibía el impulso europeo de varios fondistas italianos llegados desde Barcelona. Como cuenta Santiago Parras en Fondas, hoteles y banquetes en la Zaragoza del siglo XIX (número 38 de Cuadernos de Aragón), Juan Fortis abrió la Fonda de las Cuatro Naciones en el Coso y hacia 1845 Gaudencio Zopetti inauguró la Fonda Europa en lo que hoy es el edificio del Banco de España. Siglo y medio después, el tejido empresarial transalpino está representado en Aragón por 19 empresas que realizan una inversión productiva cercana a los 1.000 millones de euros y emplean a 1.810 trabajadores (según datos de 2012).

El turismo es otra fuente importante de ingresos. "Los vuelos baratos que ha habido en estos años desde Roma, Bolonia y Bérgamo, así como las conexiones de AVE han atraído a una gran cantidad de turistas italianos, sobre todo jóvenes, además de muchos Erasmus", comenta Marchetti.

Y como gran influencia, la cultura. La música, el cine, la literatura, la arquitectura, el teatro, la gastronomía ... y la lengua. Italia penetra por los poros gracias en buena medida a la labor de difusión que realiza la Asociación Dante Alighieri, que este mes cumple 58 años desde su implantación en Zaragoza. "Siempre ha existido pasión por Italia", afirma Deanna Carboni, directora del centro. En los años 60 representó una ventana de aire fresco al deprimido panorama cultural de la ciudad puesto que allí se podía acceder a películas y libros europeos prohibidos por la dictadura, se organizaban exposiciones de pintura y se convocaban premios.

Salvo une leve interrupción en los años 70, no ha dejado de difundir el idioma del autor de la Divina Comedia. Cursos de preparación para la obtención del certificado oficial Plida, cursos intensivos para Erasmus o simples turistas, conferencias, conciertos, comentarios de obras literarias con profesores expertos.

Las clases buscan la participación del alumnado. "Hacemos grupos reducidos para que sean actividades muy comunicativas. Y una vez al mes nos reunimos para hablar de un libro italiano. El año que viene se cumplirán 20 años de esta actividad ya", presume orgullosa. En sus aulas hay tiempo para la cocina, la poesía, el cine, la música... Además, colaboran en diversas actividades a lo largo del todo el año con el Festival de Cine de Zaragoza, la Cámara de Comercio, la Feria de Zaragoza y el ayuntamiento.