Cuando le preguntes a un vecino de Huesca sobre su día cero del año, te dirá, sin ningún lugar a dudas, el inicio de las fiestas de San Lorenzo. Pues ese día ha llegado. Explotó el cohete, y Huesca se inundó de fiesta y de sus habituales colores, el blanco y el verde, que lucirán hasta el próximo 15 de agosto. Además, no es un tópico hablar de masificación de personas, es que también lo afirmó ayer el alcalde de la capital oscense, Luis Felipe, cuando informó de que la ciudad iba a duplicar el fin de semana su número de población. Cerca de 100.000 personas disfrutando de una de las celebraciones más importantes de Aragón.

Como manda la tradición, el almuerzo de San Lorenzo no podía faltar en este día tan importante, con un Coso repleto de vecinos, convecinos y españoles llegados de todos los rincones. Unas terrazas abarrotadas en las que cogían fuerzas cientos de vecinos. «Yo me he pedido panceta con huevos y pataticas», sonó en una de las mesas. La carta era muy variada, desde lomo, pechuga, chorizo, pero siempre acompañado de huevos y patatas. Y no podía faltar, evidentemente, los «almuerzicos» con la longaniza de Graus, que hay que apoyar al producto de la tierra.

Mientras los ciudadanos se daban un buen festín en las terrazas de la localidad, Luis Felipe junto con el alcalde de Tarbes (ciudad francesa hermanada con Huesca), Gérard Trémège, realizaron el tradicional izado de las banderas de España y Francia, con los himnos nacionales sonando de fondo.

PARRILLA DE ORO

A las 11.00 horas de la mañana continuaron las celebraciones institucionales, previas al estallido de la fiesta, ya dentro del Salón del Justicia del Consistorio. Las mairelesas presidieron el acto de entrega de la Parrilla de oro, que este año fue concedida a doce agrupaciones que defienden la jota como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.

Si esto sucedía a las once de la mañana, a las 11.20 comenzaron a llegar las charangas y el jolgorio. El almuerzo había sido ingerido y las ganas de fiesta de todos los oscenses y visitantes fueron en aumento. Poco a poco, la plaza de la Catedral fue cogiendo color. Unas zonas más moradas que otras, el vino manchando las camisetas más que llenando las botellas de los jóvenes.

Si esto ocurría fuera, dentro del ayuntamiento tomaba la palabra el alcalde de Huesca, ya sobre las 11.35h, acercándonos a la hora clave, la del chupinazo. Acabó el discurso de Luis Felipe, y comenzaba a expresar sus palabras el alcalde de Tarbes. El edil francés felicitó todo el tiempo de hermandad que habían compartido ambas ciudades, agradeció la hospitalidad en nombre de toda la delegación y deseó suerte al alcalde en la nueva legislatura. Gérard terminó con un «¡Viva Huesca!», desde luego que bien integrados están los franceses, no cabe duda. Hasta aquí los actos preliminares, ¡que comience la fiesta!

A medida que se acercaban las doce del mediodía, empezó a subir la temperatura, y en ambos sentidos, porque la gente cada vez se impacientaba más y el calor que hacía en Huesca iba en aumento. «Vivir la fiesta con intensidad y pasión. Vosotros sois los San Lorenzos», gritó Ramón Lasaosa, concejal de Fiestas, desde el balcón. Y llegó el momento que todos estaban esperando. Las dos policías locales del Equipo de Protección y Atención a la Familia, Chus Gabarre y Rosa Cacho prendieron la mecha, explotó el cohete y se desató la locura para niños, jóvenes, adultos y ancianos. Para todo el mundo. Con el himno laurentino sonando de fondo, empezaron los bailes, los saltos, y las miles de personas allí congregadas se sumieron en una explosión de vítores, gritos e ilusión desmedida.

LA BAJADA DE LAS PEÑAS

A partir de ese momento, las peñas rodeadas de música y con miles de personas a su compás, inundaron de verde y blanco las calles de la ciudad, especialmente el Coso, el cenit del alboroto posterior al pregón inicial. Una avenida repleta de gente, no solo en el desfile sino ocupando las aceras y también las ventanas y balcones de los domicilios. Una comitiva encabezada por las cabalgatas de las mairalesas que siguió su transcurso hasta alcanzar la plaza de San Lorenzo, y concluir la primera mañana de fiestas con la puesta del pañuelico al santo.

Ya en la plaza de la iglesia cientos de personas esperaban la hora. A la multitud allí congregada, poco a poco se le fue uniendo toda la ola de gente que arrastraba el desfile de las peñas. La Peña 10 D’Agosto fue la encargada de poner el pañuelo verde con el sello de las peñas en el cuello de San Lorenzo. Este era el último de los actos principales del primer día de fiestas en Huesca. Su santo ya ataviado y con su ramo de albahaca, está preparado para vivir los días grandes de la ciudad.

Hoy, día del santo, los danzantes de Huesca saldrán a escena a las 8.30 acompañados de la banda de música, y a las 9.15 tendrá lugar la solemne procesión de San Lorenzo, desde la iglesia.