Octavio Larios, de 29 años, escapó de Nicaragua hace algo más de seis meses y ahora vive en Zaragoza, donde se está tramitando su petición de asilo político. «Salí de mi país, huyendo del régimen de Ortega, porque temía por mi vida», explicó ayer. «Me manifesté en contra del Gobierno y pronto me enteré de que me iban a acusar de cometer robos y de golpismo y terrorismo», continuó. No solo eso. También fue despedido de su trabajo para el municipio de León, la segunda ciudad del país centroamericano, donde era operador de bombas de agua. En la actualidad, Octavio, que vive con otro hermano y dos hermanas en el barrio de Delicias, posee un documento que acredita su condición de solicitante de asilo, una tarjeta de cartulina roja en la que aparecen su fotografía y sus datos personales. Es un papel importante, una especie de salvoconducto que demuestra que está tramitando una petición de protección internacional. Se trata de un primer paso para legalizar su situación, aunque su meta es regresar a Nicaragua cuando cambie el actual estado de cosas. Además, muy pronto, el 16 de marzo, recibirá otra tarjeta que le permitirá trabajar y acceder a ayudas sociales. Poco después de llegar se sometió a una entrevista en dependencias de la Policía Nacional en Zaragoza en la que fue preguntado por las causas que le habían empujado a venir a España. «Me pidieron pruebas de que realmente era una persona perseguida en mi país», indicó Octavio, que pudo aportar documentos escritos y audiovisuales en apoyo de su petición. En su país dejó a tres amigos «detenidos ilegalmente», pero de momento mira a su futuro inmediato en España. «Es un país rico, desarrollado, que me ha recibido bien», dijo el solicitante nicaragüense. Se muestra confiado en encontrar trabajo en cuanto goce de la condición legal que le autorice para ello. «Si se buscan, aquí hay muchas oportunidades para ganarse la vida, aunque la idea que llevo en la cabeza no es quedarme definitivamente», insistió. Octavio, que llegó a militar en el Frente Sandinista, está seguro de que Nicaragua tiene buenas perspectivas y por eso su plan pasa por regresar y contribuir a la democratización del sistema político.