El presidente de Ibercaja, José Luis Aguirre, descartó ayer la posibilidad de retrasar la salida a bolsa de la entidad, que tiene como plazo máximo hasta diciembre del 2020. El contexto financiero y económico y los escasos márgenes en el sector por unos tipos de interés en mínimos históricos se mantendrá en el corto plazo, por lo que el banco aragonés maneja el escenario de dar el salto al parqué a finales del 2020. Por tanto, la decisión no se adoptará en el 2019, aunque Ibercaja había barajado esa posibilidad.

El mercado, en este contexto, hace una valoración baja de la entidad, aunque Aguirre remarcó que la entidad «no se ha hecho ningún planteamiento» para posponer la salida a bolsa más allá del 2020. «Los plazos son los que son, evidentemente si el mercado está durísimo, la Fundación tendrá que salir con un sacrificio en el precio, pero también estos sacrificios son temporales», aseguró ayer durante su intervención en el seminario Las finanzas sostenibles y su importancia en el futuro de la economía, organizado por la Universidad Menéndez Pelayo y la Asociación de Periodistas de Información Económica (Apie).

La normativa actual exige que las fundaciones bancarias rebajen su participación en las entidad por debajo del 50% antes de que acabe el próximo año, por lo que la Fundación Ibercaja, que controla el 87% del banco, deberá desprenderse de una buena parte de participación actual.

A juicio del presidente de Ibercaja, saltar al parqué tiene ventajas como un mejor acceso a los mercados de capitales, aunque también entraña peligros como la volatilidad, que puede llevar a tomar decisiones erróneas.

En otro orden de cosas, Aguirre volvió a reiterar la tesis del banco de continuar en solitario, por lo que descartó cualquier posible función. «Es posible evitar las fusiones y aguantar con este tamaño, la clave es encontrar cómo optimizar todas las variables para tu modelo de negocio», dijo el banquero. Así, recordó que hay entidades medianas mucho más rentables que las grandes, como en el caso de Bankinter.

«La sostenibilidad de los bancos no depende de su tamaño sino de la capacidad de adaptación», dijo. Con todo, Aguirre dibujó un horizonte de bajos tipos de interés, por lo que, de cara al futuro, las estructuras de costes serán «más ligeras y flexibles con menos redes y oficinas físicas, pero mucho más especializadas».