Ibercaja sigue dando pasos para afrontar en las mejores condiciones su salida a bolsa, prevista para la próxima primavera. El banco aragonés quiere soltar más lastre inmobiliario antes de que acabe el año para sanear el balance y mejorar la rentabilidad, un objetivo que espera materializar en las próximas semanas con la venta de una cartera de activos problemáticos por valor de unos 600 millones de euros, según confirmó ayer a este diario la entidad. Para llevar a cabo esta operación, a la que ha denominado Proyecto Cierzo, ha fichado al banco de inversión Alantra, que ultima las negociaciones para dar con un comprador.

El movimiento de Ibercaja es una práctica generalizada en todo el sector financiero español y se engloba en los ejes de su plan estratégico 2018-2020, que entre sus metas destaca la de reducir a la mitad los activos tóxicos de ladrillo (dudosos y adjudicados) con la venta mixta de unos 2.000 millones de suelo y vivienda. Esto contribuirá a mejorar la eficiencia hasta situarla por debajo del 55% y haría más atractiva la entidad para los futuros inversores.

En el periodo 2015-2017, el banco dirigido por Víctor Iglesias ya logró sanear 1.600 millones. Al cierre del tercer trimestre del 2018, el volumen de activos problemáticos se sitúa en 3.871 millones, lo que supone una caída de un 10,1% (437 millones) con respecto al mismo periodo del año anterior y del 7,3% (304 millones) en relación al cierre del 2017 (4.175 millones), según las cifras aportadas por la entidad a principios de noviembre. Con estos números, el Proyecto Cierzo -que fue avanzado por Vozpópuli- supondría un avance significativo en el objetivo de recortar a la mitad el lastre inmobiliario hasta el 2020, ya que quedarían unos 1.000 millones lograr esa meta.

Ibercaja anunció hace un mes la contratación del banco Rothschild como asesor independiente para dar el salto al parqué bursátil, un paso que la normativa europea le obliga a dar antes de que finalice el 2020. Actualmente el banco aragonés está controlado por la Fundación Ibercaja, que tiene el 87,8% de su capital, un peso que debe reducirse por debajo del 50% para no ser sancionado. El resto del accionariado está en manos de las fundaciones de las tres antiguas cajas -CAI, el 4,85%; Badajoz, el 3,9%; y Círculo de Burgos, 3,45%- que absorbió al comprar el grupo Caja3 en el 2013.

La entidad trabaja para que su valoración sea lo más elevada posible, por lo que la fecha concreta para la salida a bolsa dependerá de la evolución del mercado. No obstante, lo más probable es que el estreno bursátil llegue en el segundo trimestre del 2019.