Profesores, trabajadores y estudiantes de la Facultad de Filosofía ya restan los días al calendario para iniciar una nueva era. Septiembre es el mes elegido para que empiecen las ansiadas obras de reforma y rehabilitación; la fecha exacta en la que varios espacios icónicos desaparecerán y pasarán el testigo a un edificio moderno, con una política 100% sostenible, según el proyecto de Magén Arquitecto e Ingeniería Torné.

El pabellón de Filología es, probablemente, la infraestructura que más polémica ha generado en los últimos años. Goteras, filtraciones de agua, caídas de falsos techos o desprendimientos de protectores de luces han protagonizado infinidad de incidentes debido al deterioro del edificio. Y han puesto en pie de guerra a alumnos, decanato y docentes. Filología será totalmente derribado y se convertirá en la futura sede departamental de Filosofía y Letras.

Adiós a las largas filas de las ocho de la mañana para conseguir un sitio para estudiar en esta sala de lectura; adiós a los estudiantes trasnochadores que apuraban hasta las tres de la madrugada rodeados de libros y apuntes, los mismos que permanecían sobre las mesas en los descansos o en la hora de la comida para evitar que alguien les quitara el demandado sitio. Algún alumno echará también de menos el llamado zulo, un habitáculo bajo la planta de Filología, «sin ventanas», donde muchos accedían cuando en el pabellón no cabía un alfiler.

Sus escaleras fueron y son punto de encuentro y lugar de dispersión tras horas de estudio. Y sus paredes el lugar perfecto para anuncios de alquileres de piso, venta de libros de segunda mano, clases particulares y lemas contra los recortes en Educación y en defensa de la enseñanza pública.

Tres murales de Grávalos

El actual edificio de Filosofía, según el proyecto de reforma, se mantendrá tanto su fachada como su estructura. Se cambiarán, eso sí, los detalles de madera de las ventanas, en mal estado. En su interior, la distribución será «muy similar» porque Magén y Torné quieren «tender puentes» entre el pasado y el futuro de Filosofía. En este sentido, se respeterán elementos patrimoniales como la obra de cerámica de Ángel Grávalos.

Esta, que data de 1972, se ubica ahora en el hall del edificio y está formada por tres murales de azulejería y cerámica donde predominan las tintas de tonos azulados con aplicaciones rojizas y tierras. La intención es respetar la obra (el propio autor ha colaborado en el planteamiento del proyecto de los arquitectos) y situarla en un espacio adecuado en el nuevo edificio. Los murales presentan motivos figurativos inscritos entre composiciones de trazos lineales, unas de tipo gestual y otras en forma orlada y con connotaciones modernistas.

El suelo de la facultad, una de las señas de identidad del viejo edificio por sus tonos decorativos, será sustituido. También se eliminarán de los largos pasillos los armarios y vitrinas de madera que cubren las paredes desde los primeros tiempos de uso de la facultad. Vestigios como el ascensor, tantas veces averiado, o las arcaicas manivelas para subir las persianas darán paso a sistemas modernos, acordes al siglo XXI.

Laboratorios

Los laboratorios, entre ellos los de Prehistoria y Arqueología, aguardan importantes descubrimientos que, en algún momento, se han visto afectados por filtraciones o derrumbes acontecidos en los sótanos. Ahora, el proyecto prevé que pasen a una altura de semisótano, con una zona más espaciosa y moderna donde conservar piezas de alto valor y con millones de años de historia.

Si hay un departamento único en la Facultad de Filosofía y Letras que pasará a la historia por su mobiliario y distribución es el área de Geografía. El diseño integral lo hizo José Borobio, que contó con la colaboración, entre otros, del artesano y fabricante Simón Loscertales. El espacio permanece intacto desde los años 50 y un vistazo desde su barandilla traslada en el tiempo. Ya se ha confirmado que algunos de los muebles de Loscertales se conservarán para el nuevo edificio.

Si todo va bien y los plazos administrativos se cumplen, faltan solo seis meses para que el recinto quede vallado y las primeras máquinas entren en Filosofía y Letras. Estos espacios emblemáticos de la icónica y vintage facultad tienen los días contados. El edificio que hizo historia por su antigüedad hará historia ahora por ser una de las infraestructuras más modernas del campus.