L a parroquia de Nuestra Señora de Altabás, iglesia del barrio del Arrabal que data de finales del siglo XIX y que está catalogada como edificio de interés artístico, necesita una inversión urgente de aproximandamente 26.500 euros para reparar su tejado, en el que la carcoma lleva años destruyendo inexorablemente las vigas de madera.

En una reciente revisión, que se realiza cada dos años, los técnicos levantaron las tejas y descubrieron que al menos 15 maderas estaban seriamente dañadas. La afección, que se localiza a la altura de las capillas del Sagrado Corazón, San Gregorio Magno, la Virgen de los Dolores y la sacristía, requiere de una rehabilitación urgente que, tras la presentación de un proyecto, reciba el visto bueno del consitorio .

Los fieles tienen ocasión de aportar sus donativos en las colectas extraordinarias, que ahora han pasado a hacerse cada dos meses. "Sabemos perfectamente que este templo es uno de tantos que requieren una inversión y que no podemos estar sangrando continuamente a los vecinos del barrio. Es gente humilde y ya pedimos para Cáritas y otras causas solidarias", reconoció el párroco Luis Zapata, quien estimó que al ritmo que llevan las colectas, tardarían cerca de tres años en reunir la cantidad necesaria. Para reducir esos plazos, Zapata solicitó una ayuda de 15.000 euros al arzobispado y, será la semana que viene cuando su consejo económico decida si da luz verde a una aportación económica y en qué cuantía.

El pasado fin de semana, la asociación de vecinos Tío Jorge organizó un baile popular de carácter benéfico para recaudar fondos. Pasodobles, valses y un amplio repertorio del cancionero popular sonaron en el local vecinal. "La parroquia no puede hacer frente a ese desembolso y los vecinos del barrio quisimos ayudar con esta iniciativa cobrando dos euros como entrada, pero no acudió toda la gente que nos hubiese gustado", reconoció Tejedor.

No es la primera actividad que se ha organizado en el barrio. "Un grupo de vecinos ha organizado varias veces un pincho solidario preparando comida en sus casas y vendiéndola luego en los locales de la parroquia", explicó el párroco Luis Zapata, quien tiene otras ideas para ir rascando algunos eurillos de aquí y de allá, "siempre que --recalcó-- reciban el visto bueno del equipo sacerdotal".