Igor el Ruso explicó a la jueza sustituta que le tomó declaración tras ser detenido en Alcañiz que disparó mortalmente al ganadero andorrano José Luis Iranzo porque creyó oír cómo «cargaba un arma», mientras se aproximaba a su masico, en el que él había entrado hacía unos diez minutos. Tras dispararle dos veces y acabar con su vida, le robó las llaves del coche y huyó, para acabar pocos minutos después con la vida de los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Caballero, con 17 disparos efectuados a dos manos, con las dos pistolas que llevaba. También en este caso afirmó que estaba respondiendo a una agresión, porque ellos dispararon «primero», al bajar del coche.

La declaración judicial de Norbert Feher, alias Igor el Ruso, a la que tuvo acceso este diario, trascendió después de que la jueza levantase parcialmente el secreto de sumario sobre el caso. Probalemente asuma también la causa por el tiroteo previo del día 5 de diciembre que dejó heridos a dos vecinos de Albalate, ya que la Fiscalía ha solicitado acumular las dos causas, en un escrito en el que ya apunta al futuro juicio con jurado.

LLEGÓ EN BICI

El relato de Feher, en el que como publicó este diario reconoció que había usado 23 identidades distintas en ocho países, comenzó cronológicamente (no en el interrogatorio de la jueza y el fiscal) cuando llegó a España, el 21 de septiembre del año pasado, huyendo de Italia. Según explicó, ya había vivido en el país, en las localidades valencianas de Xirivella y Catarroja, donde tiene «conocidos». De hecho, allí se dirigía cuando fue detenido por la Guardia Civil, huyendo tras sus crímenes en Teruel.

Según expuso, «nadie» le ayudó a llegar a España, adonde vino en bicicleta. Estuvo un tiempo trabajando «en la fruta» en una localidad «arriba de Lérida», cobrando en negro, y no quiso revelar la identidad de su patrón por no «traicionar» a quien le había ayudado en tiempos de necesidad.

Por la zona de Albalate, afirmó, apenas llevaba «tres días» cuando ocurrió el primer tiroteo. Aunque «tenía dinero» y «no necesitaba» robar comida, sí entró en un masico a robar «alcohol», y una cámara para el neumático de la bicicleta.

Apenas lleva cinco minutos en la casa cuando oyó llegar a alguien, y le pareció que llevaba «algo en la mano», por lo que se sintió «amenazado» y disparó tres veces: una de advertencia, otra para huir y la tercera cuando, al caer el primer herido, vio que había otra persona detrás. El serbio, que el próximo martes cumplirá 37 años encerrado en la prisión de Zuera, afirmó en todos los casos que «no le gusta» el arma, pese a que está acostumbrado a llevarla como paramilitar y para defenderse de los animales -jabalíes, concretó luego- que le habían atacado en su periplo por los montes. Solo quería «huir», afirmó.

Igor el Ruso pasó el tiempo vagando en bici, haciendo fotografías del campo, porque le gusta la naturaleza, y leyendo la Biblia «cuatro horas al día», porque es muy religioso, afirmó. De hecho apenas reconoció haber entrado a las dos casas en las que robó.

En la segunda, la de Iranzo, entró reventando la ventana porque no había ninguna tienda cerca, dijo. Una vez dentro, oyó a alguien llegar y le pareció oír que cargaba un arma, por lo que disparó dos veces.

Tras constatar que había matado al ganadero, le cogió las llaves del coche y se bebió unas cuantas latas de cerveza que acababa de robar, en el trayecto hasta donde había dejado la bici. Mientras las cargaba en la pick-up verde de la víctima, llegó un coche «sin luces», del que se bajaron dos hombres y le dispararon, según su versión. De hecho, dijo que le habían herido en la ceja. Ante ello, desde detrás del vehículo, les disparó hasta en 17 ocasiones, a dos manos, con las dos pistolas que llevaba, la Smith & Wesson con munición italiana y una Beretta como las de dotación del instituto armado.

Tras abatirles, le robó el arma a uno porque la suya estaba «estropeada», cogió dos bolsas de munición del coche patrulla y huyó del lugar, continuó explicando. Pero su fuga acabó cerca de Mirambel, por un pinchazo en la rueda de la furgoneta.

Según explicó a la jueza y al fiscal, Feher iba afectado por las cervezas, y tiene un problema con la bebida, porque puede «conducir y razonar» perfectamente, pero no puede andar. Así que al sufrir el pinchazo e irse a la cuneta, bajó y se tumbó a descansar allí cerca. Cuando despertó había dos agentes apuntándole, y al poco llegaron ocho más.

Antes de responder a las cuestiones sobre sus andanzas criminales en España, Igor el Ruso aceptó ser extraditado a Italia, donde le achacan al menos otros tres asesinatos. Pero primero tendrá que ser juzgado aquí.