El tercer incendio más trágico de España fue el del hotel Corona de Aragón, en el que murieron 78 personas y 113 resultaron heridas. Cuatro décadas después se mantienen las mismas incógnitas: ¿Fue un atentado?, ¿De quién y por qué?, ¿Una 'mano negra' impidió que se investigara más?

No a todas estas preguntas se ha dado respuesta pese al tiempo transcurrido y la pelea de las víctimas, que siguen exigiendo que se reabra la investigación de un suceso ocurrido en la transición, en una España que acababa de asomarse a la democracia.

12 de julio de 1979. El Hotel Corona de Aragón, de cinco estrellas y 247 habitaciones, estaba prácticamente lleno. Muchos de sus huéspedes habían pernoctado allí para asistir a la entrega de despachos de la Academia General Militar. Entre ellos, Carmen Polo, la viuda de Franco, y los marqueses de Villaverde con sus hijos. Un nieto del dictador iba a recibir su despacho de teniente.

Sobre las 8.15 horas de ese día se declaró un incendio en la churrera de la cafetería del hotel. Los Bomberos apenas tardaron minuto y medio en llegar al lugar, pero las llamas y el humo se extendieron planta por planta a una velocidad inédita hasta alcanzar la azotea. En diez minutos estaba ardiendo todo el edificio.

La mayoría de las víctimas, algunas refugiadas bajo las camas o en las duchas de sus habitaciones, murieron asfixiadas. Otras llegaron a arrojarse al vacío. Algunos huéspedes pudieron salvarse rescatados por los Bomberos o por sus propios medios, como un hombre que se descolgó por la fachada después de enlazar varias sábanas.

Solo hay que ver las imágenes de la tragedia, todavía en blanco y negro, para hacerse una idea de su magnitud.

Los medios de comunicación de la época recibieron llamadas ese día en las que grupos terroristas como ETA y el Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP) lo reivindicaban.

ETA lo rechazó

Sin embargo, en su boletín interno "Zutabe" difundido por ETA asumía 774 asesinatos y 2.606 atentados, pero rechazaba la autoría de "falsos atentados" como el incendio del Corona.

Lo que sí parece claro es que un fuego fortuito en la churrera no pudo causar un incendio de semejante virulencia y dimensiones. Solo el uso de un acelerante como el napalm pudo extenderlo a esa velocidad a las nueve plantas del edificio.

El Gobierno de entonces, presidido por Adolfo Suárez, dijo públicamente dos días después que el incendio había sido fortuito, pero el general Alfonso Armada relató que los propios militares hospedados le contaron ese mismo día que había un reguero de acelerantes que extendieron el fuego. Pero la versión oficial que se quiso mantener ya la dejó meridianamente clara el entonces gobernador civil: un incendio accidental de la churrera. "Y no nos vamos a mover de aquí".

Casi once años después, el Consejo de Estado, y tras examinar los informes realizados en su día por los expertos, concluyó que el incendio fue un atentado terrorista. De este modo, las víctimas pudieron ser indemnizadas

El incendio fue investigado por los tribunales de Zaragoza como una causa civil, que concluyó que no había responsabilidad de la empresa, y penal. En esta última, el juez determinó que era homicidio y envió el caso a la Audiencia Nacional por considerar que se trataba de un atentado.

Pero la Audiencia entendió que no había pruebas salvo las llamadas que lo reivindicaban y archivó el sumario, como hizo también la Audiencia Provincial de Zaragoza al no poder identificar la autoría.

Las familias de las víctimas no cejaron en su empeño y en 1988 la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo falló que un elemento externo causó el incendio. No paró ahí la pelea y en 1992 la AVT elevó al Tribunal Constitucional un recurso para que se reabriera el sumario.

Mientras, desde el lado de la administración central las víctimas fueron reconocidas -"no fue fácil encontrar el resquicio" para ello, dice en el documental el que fuera ministro del Interior Jaime Mayor Oreja- e indemnizadas como víctimas del terrorismo, pero siguen sin saber quién provocó el incendio.

Su insistencia y la de sus abogados obligó a la Audiencia Nacional a reabrir en 2013 el caso. El juez Fernando Andreu pidió en esa ocasión a la Policía un informe acerca de si ETA pudo estar detrás de esa tragedia. Pero acabó archivándolo.

La víctima desconocida

¿Y si el autor fuera la víctima desconocida que nadie reclama? El cuerpo de este hombre fue enterrado en el cementerio de Montjuic en la creencia de que se trataba del cadáver de un empresario barcelonés, José Domingo Pujadas, que se encontraba en el hotel el día del fuego.

Pero días después se publicó un edicto de un juzgado y una foto de una persona fallecida en el incendio por si alguien podía identificarla. Los familiares de Pujadas afirmaron que ése era sin duda alguna el empresario, por lo que el cadáver que había sido enterrado en su lugar acabó en una fosa común.