Una segunda oportunidad para aquellas personas que un día cometieron un grave error y llevan tiempo demostrando que han aprendido la lección. Un acto de piedad de la Justicia que reconoce la tradición y labor social que las cofradías realizan con la población reclusa. Esas son las claves bajo las que se sostienen los 19 indultos concedidos en toda España (de 90 solicitudes), cuatro de ellos en Aragón (dos en Zaragoza y dos en Teruel que el Justicia de Aragón hará públicos el próximo martes).

"La petición de indulto no es un acto floclórico, sino la consecuencia del trabajo realizado en prisión junto con la capellanía. Llevamos tres años de labor continuada", destacó ayer Armando Cester, miembro de la Real, Pontifica, Antiquísima, Ilustre y Penitencia,l Hermandad y Cofradía del Señor atado a la Columna y de Nuestra Señora de la Fraternidad en el mayor Dolor de Zaragoza. Junto a él, Constantino Ríos, hermano mayor de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro de Zaragoza y Rafael Oliván, delegado Episcopal de Pastoral Penitenciaria, quienes se felicitaron por la concesión de los cuatro indultos, resaltaron la labor de las cofradías y la ayuda prestada por las instituciones.

"Las cofradías cumplen una función social de primer orden para favorecer que un preso que lleve tiempo demostrando su reinserción no pase más tiempo en prisión", señaló Cester. Dentro de ese trabajo, la Cofradía del Señor atado a la Columna desarrolla según Cester un "acto único en España": una procesión que entra en la cárcel de Daroca y su imagen es portada por los presos. Por su parte, Rafael Oliván destacó "el clima de colaboración que existe entre las distintas cofradías y penitenciaría" que premia a personas que quieren reinsertase de forma sincera. "Trabajamos con ellos y les ayudamos porque los presos están necesitados de compañía. Para ellos es muy importante que la gente los tenga presentes. Saben que han cometido una falta grave y quieren ponerle remedio", resaltó Cester.