Los expertos en interrupciones del embarazo admiten su "preocupación" por la intención del Gobierno central de reformar la actual normativa para asegurar que las chicas de 16 y 17 años tengan el consentimiento paterno para abortar alegando que cada vez son más las que abortan solas sin decir nada a sus familiares. Hasta ahora, la ley establece que estas mujeres pueden decidir la interrupción aunque deben informar a uno de sus padres o tutores. La norma, sin embargo, incluye una excepción, que alcanza a aquellos casos de conflicto grave, violencia intrafamiliar o situación de desarraigo. De las 1.186 chicas de 16 y 17 años que abortaron en España en el 2011 solo 151 habían alegado alguna de estas circunstancias para no informar a sus padres.

En esta situación se encontraría, por ejemplo, una chica extranjera cuyos padres no se encuentran en España, no pueden costearse el viaje y no tienen a nadie en este país. Las clínicas abortivas calculan que apenas el 3% de las chicas de estas edades que han acudido a abortar lo hace sola alegando una situación de conflicto o desarraigo. "Hablamos de menores, en su mayoría inmigrantes, que ha estado en situación irregular y que no pueden recurrir a sus padres, o de mujeres que hayan salido de una casa de acogida, sin relación con su tutor y que tiene a la familia en contra", explican los expertos, que alertan de la dificultad añadida que la nueva norma supondrá para este colectivo. "Será dramático. Es verdad que son pocos casos y que, en Aragón, hablamos de uno o dos al año pero no por eso deja de ser inquietante".

DRAMÁTICOS Son pocos casos, pero dramáticos. "Cuando una menor no quiere decirle eso a sus padres es que algo está pasando", advierten los trabajadores sociales, que repasan el habitual modus operandi en este tipo de situaciones. "Primero llaman ellas solas e intentan no decirlo a nadie, pero cuando hablas con ellas y les aconsejas que se lo digan a sus padres, tienen miedo".

Maite Andreu expone que, en los cuatro años que ha trabajado con este colectivo se ha encontrado con media docena de casos de este tipo "y los recuerdo perfectamente porque son dramáticos". En todos ellos preside un elemento común: la desinformación, como el de una menor que vive con su abuela tras haber perdido a sus padres hace años, pero no dispone de ningún documento que acredite que la abuela es su tutora porque, simplemente, no lo ha solicitado.