Cerca de un millón de personas forman en España la pequeña Rumanía, la segunda comunidad más importante de la diáspora del país centroeuropeo después de la que reside en Italia y la nacionalidad extranjera más numerosa en nuestro país. En Aragón, tierra que les resulta acogedora por diversos motivos, residen unos 70.000 de ellos (67.867, según datos del padrón, a 1 de enero del 2012). Aquí se han integrado con relativa facilidad y no son pocos los que miran al futuro y, pese a las penurias que deja la crisis, lo hacen de espaldas a la madre patria.

El próximo domingo 25 de mayo también están llamados a las urnas europeas. Unos 700.000 de ese millón que forman la colonia pueden ejercer su derecho al voto, aunque comparten el poco entusiasmo que aquí se respira: "No nos interesan demasiado estas elecciones, no creo que acuda mucha gente. Pienso que es una forma de manifestarnos contra la política actual de recortes que estamos viviendo aquí en España", se queja Catalin Serbu, presidente de la asociación Rumanos sin Fronteras.

No van precisamente mejor las cosas en su país, que accedió a la Unión en 2007. Sigue siendo uno de los países más pobres de los 27 (el salario mínimo solo alcanza los 157 euros y el medio los 457). Allí, Europa es esperanza y mucho dinero, aunque los ciudadanos no terminan de ver que se traduzca en una mejora sustancial de sus vidas. En el periodo 2007-2013 había previstos 30.000 millones de euros en fondos europeos, pero en el 2012 solo se había gastado el 11%. La burocracia y la corrupción son palos en las ruedas del progreso. "Cada vez que voy, una vez al año, espero encontrar cosas buenas. Se nota un desarrollo en las infraestructuras, pero de momento no veo una mejoría muy clara en aspectos sociales y económicos", señala Aurel Nae, sacerdote ortodoxo que reside en Zaragoza. Para Gabriela Marginean, presidenta de la asociación rumana Acasa, "el dinero europeo se ha notado y ha servido para iniciar proyectos como la rehabilitación de monumentos y hay obras por todo el país, pero van muy lentas". Lo que para ella ha empeorado es la educación y la sanidad: "Los médicos están muy mal pagados y se marchan a Alemania y Francia".

Mientras, en el consulado de Rumanía en Zaragoza opinan que la salida de jóvenes no resulta tan preocupante "porque en eso consiste Europa, en la libre circulación de personas que buscan lo mejor para sí y sus familias". En Aragón, la crisis ha dejado un descenso de ciudadanos rumanos (un 3,2% en el 2012 y un 8,6% en el 2013). Pero aguantan bien la crisis. "Si resistimos tanto durante el régimen comunista, cómo no vamos a aguantar ahora. Quienes sufren se apañan como pueden", asegura Liliana Puscas, mediadora intercultural. Y además, son muy activos. Acasa y Rumanos sin Fronteras, dos de las asociaciones más destacadas de Zaragoza, no paran en todo el año. El pasado 23 de abril Acasa reunió a 3.000 personas en el Parque de Atracciones en el recién instaurado Día de la comunidad rumana en Aragón. Bailes tradicionales, actos solidarios, talleres de teatro, de poesía, de lengua e historia rumanas, torneos de tenis, pintura de huevos de Pascua... Se sienten muy a gusto aquí, pero no quieren perder sus raíces.