Agentes de la Guardia Civil incautaron el pasado lunes en la carretera N-II a su paso por Fraga una tonelada de pescado congelado que era transportada sin ningún tipo de documentación legal ni garantías para el consumo hacia Rumanía para las fiestas de Navidad.

La mercancía, que era transportada por una empresa de nacionalidad húngara, fue intervenida por una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico, que alertó a su vez al Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de Fraga.

Los investigadores consideran que el pescado, en su mayor parte ejemplares de luciopercas, basses y siluros, fue capturado en el embalse de Mequinenza y posteriormente eviscerado y congelado para su transporte y venta en Rumanía durante las próximas fiestas navideñas.

Alertado el servicio de seguridad alimentaria del Gobierno aragonés, que calificó el producto de no apto para el consumo, el pescado fue enviado a un centro para su destrucción.

Los responsables del Seprona de la Guardia Civil interpusieron a la empresa húngara responsable del transporte varias denuncias en materia de pesca, sanidad y seguridad alimentaria.

Los investigadores tratan de determinar, además, si estos hechos guardan relación con las últimas detenciones llevadas a cabo en la provincia de Zaragoza por hechos similares.

Esta actuación se enmarca en la denominada operación Siluro, lanzada para descubrir y detener a personas y grupos organizados dedicados a la pesca ilegal para su posterior distribución comercial en varios países del Este de Europa.

Las capturas ilegales se realizan en los embalses de Caspe y Mequinenza, en el conocido como mar de Aragón, que atrae a centenares de pescadores furtivos que utilizan artes prohibidas y no respetan los reglamentos de pesca.

Esta situación ha sido reiteradamente denunciada por la Sociedad de Pesca Deportiva de Caspe, que sostiene que, de no ponerse coto al problema, los furtivos esquilmarán la riqueza piscícola de los embalses aragoneses.